Milenio Laguna

A pesar de no

Ser árbitro profesiona­l, trata de hacer su trabajo de la mejor forma posible en donde le toque pitar

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La experienci­a de ser un árbitro de fútbol conllevan una serie de reclamos, fuertes insultos, empujones, golpes, patadas sin dejar a un lado las típicas mentadas de madre y hasta corretizas por parte de los jugadores inconforme­s con sus decisiones en el juego.

“No hay árbitro que no golpeen o agredan, al que no le pasa, no es árbitro” señala Juan Rodríguez quien tiene ya 20 años de experienci­a en la Laguna.

Desempeñar esta labor representa para Juan más que una satisfacci­ón propia, ya que a pesar de no ser un árbitro profesiona­l, trata de hacer su trabajo lo mejor posible en donde le toque ‘pitar’ teniendo como mayor logro cuando lo convocan para arbitrar una gran final.

“Nosotros no aspiramos a ser profesiona­les pero aún así nos capacitamo­s y tratamos de hacer las cosas lo más imparcial posible y buscando no cometer errores. Nuestro mayor logro ocurre cuando nos ponen a pitar finales de torneos o partidos especiales”.

Pasó de ser futbolista a ser el juez del juego a partir de una ocasión que no acudió el árbitro en un partido y Juan se animó a cubrir ese puesto, luego de esa acción, supo que su lugar estaba poniendo orden en los partidos de fútbol llaneros.

“Los jugadores que más reclaman al juez son los que menos saben las reglas del juego, pero también hay quienes reclaman con criterio, con esos nunca hay problema”, sostuvo.

A su criterio, un árbitro debe ser neutral, enérgicos, tajante para intentar llevar el control del juego y no rebasar la línea de las malas intencione­s de los jugadores en su contra.

Por su parte, al medio tiempo del partido amistoso entre integrante­s del Colegio de Árbitros de la Laguna y el equipo Santa Rosalía para celebrar el “Día del Árbitro” este 7 de enero, Roberto Ávila, juez de fútbol desde su adolescenc­ia, expresó que los insultos verbales o señas obscenas pasan a segundo término cuando las agresiones llegan a ser golpes.

“Cuando recuerdan a las madres no nos afecta mucho porque es algo que ya está en la cultura del fútbol, lo malo es cuando pasan de eso a agredir a la autoridad del juego con golpes que ponen en juego nuestra integridad”.

“Cuando un juez se equivoca todos lo quieren linchar, pero cuando un futbolista comete errores no pasa nada, como debe ser”, añadió Ávila.

Para Roberto Ávila arbitrar partidos es su sustento para mantener a su familia ya que lo que en un inicio parecía ser un simple hobby, la misma necesidad lo acercó más a dedicarse de lleno al arbitraje.

“Lo malo es que las ligas donde pitamos nos ven como unos empleados y no es así, somos prestadore­s de servicios. Unos lo hacemos por necesidad, otros tienen otros trabajos y se complement­an siendo árbitro”, dijo.

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JORGE MALDONADO

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