n 1978, The Washington Post reportaba que Monte Rissell, que entre 1976 y 1977 asesinó a cinco mujeres, escribía un libro que narraba sus crímenes. En uno de los capítulos, en el que describía la noche en que mató a una mujer a puñaladas, su estilo era muy parecido al de una novela romántica.
Rissell es uno de los personajes que aparece en una de las series más recientes de Netflix, Mindhunter, la cual está basada en el libro Mind Hunter: Inside FBI’s
Elite Serial Crime Unit de Mark Olshaker y John E. Douglas.
Los agentes del FBI acuden a entrevistar a Rissell por ser uno de los asesinos seriales más jóvenes y con un IQ de 120.
Para algunos especialistas, el coeficiente mental no resulta suficiente para medir la inteligencia de un individuo, mientras que otros señalan que el IQ posee un valor predictivo considerable en términos de rendimiento académico o laboral.
En el caso de Rissell, quien venía de un hogar roto, pues sus padres se divorciaron cuando él tenía siete años, no hubo mucha oportunidad para demostrar las ventajas de un coeficiente mental alto.
Cuando tenía 12 años, su madre se casó nuevamente. Fue a esa edad que comenzaron los problemas en la vida del adolescente, quien entraba y salía de las patrullas por “grafitear” paredes con leyendas obscenas, pero también por la venta de drogas al menudeo.
Tras disparar “accidentalmente” a un primo, la madre se llevó a sus hijos consigo a Alexandria, Virginia, aprovechando que colapsó su segundo matrimonio.
En Alexandria los delitos tendieron al alza: robo a mano armada, robo de autos y violación, este último crimen se convirtió en una conducta serial.
En 1976, a los 18 años, Rissell pudo matricularse en la high school, donde lo más que logró fue tener novia, la que, por cierto, causó una gran decepción en Rissell, quien la encontró besándose con otro joven.
Rissell manejó hasta la calle donde vivía. Durante algunas horas estuvo bebiendo y fumando mariguana en el interior de su unidad.
Al ver que una mujer detenía su carro casi frente a él, Rissell la amenazó con una pis- tola y se llevó el auto con todo y su conductora, Aura Gabor. Después de conducir por varios minutos, el joven detuvo el vehículo en un paraje solitario. Sin dejar el arma, Rissell ordenó a la mujer que se desnudara. Lo que el criminal ignoraba es que Gabor era prostituta. La mujer no temía la violación, temía la pistola que Rissell blandía nerviosamente. Gabor decidió tomar la iniciativa, se desnudó y preguntó a Rissell qué posición sexual era su favorita. Sin que fuera su intención, Gabor detonó algo en la cabeza de su secuestrador, quien empezó a golpearla y estrangularla. La chica ya estaba muerta cuando Rissell hundió en el agua la cabeza de Gabor para que se ahogara. Las víctimas de Rissell fueron violadas antes de ser asesinadas. El error de una de ellas fue que “hablaba mucho” y preguntó a Rissell por qué no tenía novia. Una joven salvó la vida cuando contó que debía volver a casa a acompañar a su padre, quien moría de cáncer. La cuarta víctima murió ahogada, mientras que la quinta quedó irreconocible a causa de las más 100 puñaladas que le propinó su agresor. Rissell no pudo publicar sus memorias debido a que ya estaba vigente en Estados Unidos la ley que prohíbe a los criminales sacar provecho económico de sus delitos. Rissell tenía 19 años cuando recibió cinco condenas a prisión de por vida. Nunca ha expresado remordimiento por los cinco homicidios que cometió, aunque lamenta no haber aprovechado su coeficiente mental. En una de las entrevistas señaló: “Creo que hubiera sido abogado si en vez de quedarme al lado de mamá me hubiera ido al lado de mi padre”.