Síndrome de Down y paradojas del desarrollo
rosariomarin978@gmail.com
El embarazo es una experiencia maravillosa… y toda mujer sueña con el momento del alumbramiento y un futuro pleno de felicidad.
Pero hay ocasiones en que el bebé nace con problemas físicos, mentales o sensoriales, y esas esperanzas se derrumban y la conciencia cae en un pozo profundo de desconcierto, miedo, confusión y dolor agobiante que, incluso, puede llevar a desear la propia muerte.
Sin embargo, con apoyo profesional pertinente —y con fe— es muy factible transitar a una etapa de aceptación y reconstrucción de las ilusiones al lado de un niño o una niña con discapacidad, empezando por comprender que el rechazo inicial realmente nunca es hacia esa criaturita, sino a las circunstancias que podrían lastimar su existencia.
Además, la ciencia ha avanzado para otorgarles asistencia médica y medios y herramientas de todo tipo para que, según sus posibilidades, sean auténticos triunfadores en el estudio, las artes, la cultura, el deporte, los negocios y el trabajo, y hasta para conformar una familia.
Igualmente, están más que demostradas sus inmensas facultades para generar entornos de amor, de solidaridad y de bondad; y, con su ejemplo de superación, constituyen una fuerza humanizadora de este mundo materialista, violento y egoísta, que no ha tenido capacidad ni voluntad para reconocer a los discapacitados sus valiosas aportaciones…
Y todo lo bueno que me ha sucedido desde que soy mamá —hace 32 años— se lo debo a Eric, mi primogénito que tiene síndrome de Down. Su amor y su esfuerzo para ser feliz han sido el motor que inspira mis pasos como mujer, esposa, madre, abuela, amiga y trabajadora.
Por ello, y más allá de discusiones filosóficas, mi convicción es que a todo ser humano, independientemente de su condición genética, le asiste el supremo derecho de vivir; en todo caso, a las familias, a las sociedades y al orden estatal, corresponde garantizar a todo individuo una existencia digna y el acceso a niveles básicos de salud, educación y otros derechos fundamentales.
No obstante, en Islandia y Dinamarca, que registran índices de paz y desarrollo de vanguardia, prácticamente 100 por ciento de las mujeres embarazadas decide abortar cuando se les diagnostica que sus bebés vienen con síndrome de Down; tendencia que, con motivo de los adelantos científicos de las pruebas prenatales, apunta a otros países europeos.
Así, me parte el corazón observar lo mucho que nos falta para construir un mundo mejor, pues creo que se reniega de la especie humana cuando se rechaza a personas con discapacidad… y respeto opiniones diferentes, ¡pero lo que me resta de vida seguiré luchando con firmeza por sus derechos y bienestar!