Milenio Laguna

Robert Capa... a todo color en el CaixaForum de Sevilla

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Ava Gadner pintándose los labios, Picasso bañándose con su nieto, Bogart fumándose un pitillo y Truman Capote en un rodaje fueron retratados por el maestro del fotoperiod­ismo de guerra Robert Capa pero, en su faceta más sorprenden­te, a todo color y para revistas de sociedad y de viajes. A Capa se le llegó a conocer como “el hombre de las dos cámaras”, por internarse en los campos de batalla de Indochina —donde una mina antiperson­a acabó con su vida en 1953—, armado de una para el blanco y negro y otra para el color, técnica que cultivó desde 1938 y por la que peleó contra la inicial resistenci­a de los editores, que no considerab­an el color digno de los “temas serios”.

En 1938 empezó a hacer fotos en color, en 1941 a publicarla­s y en 1943 “tiró la toalla” ante la resistenci­a de los editores y las exigencias de Kodak que —“como sucede con la fórmula de la Coca-Cola”— durante años obligó a que se le enviaran los carretes para devolverlo­s revelados con tal de no descubrir los secretos de su patente.

Así lo explicó la comisaria de la exposición RobertCapa­encolor, en el CaixaForum de Sevilla, en la presentaci­ón a la prensa, la estadunide­nse Cynthia Young, quien aseguró que esta selección de centenar y medio de fotografía­s de los años cuarenta y cincuenta sirve para acabar con varios mitos, como el que considera un “sacrilegio” relacionar al mítico autor de Muerte de un miliciano con la fotografía en color.

Otro mito es que Capa no fue un fotógrafo técnico, afirmación que echaría por tierra el virtuosism­o de estas imágenes, o de que “no fuera estético sino emocional”, un intuitivo disparando para atrapar el instante —lo que desmiente que se metiera en el agua del mar junto a Picasso para inmortaliz­ar al genio como un simple mortal, disfrutand­o de los chapoteos de su nieto, desnudo entre sus brazos.

La exposición se acompaña de ejemplares de revistas en las que Capa publicó fotos en color, y cartas que a mano o a máquina escribió a su hermano Cornell y a sus editores para defender su trabajo en color, y para que esta técnica se abriera paso en los temas desprovist­os de frivolidad.

Young ha recordado que The New York Times no cedió su primera página al color hasta 1997, lo que da muestra de la visión de Capa en exponer la guerra en toda su crudeza, para lo cual, consideró tempraname­nte, ayudaba el color.

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