Milenio Laguna

Mal final para una mala telenovela

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erminó ¡Muy padres!, la telenovela estelar de producción propia de Imagen Televisión y aunque el dato carece de valor periodísti­co, lo tenemos que comentar.

¿Por qué? Porque no se vale que hablemos horas y horas de lo que hacen Televisa y Tv Azteca y que no tratemos con el mismo entusiasmo a la tercera cadena de televisión abierta privada nacional si aspiramos a tener un país justo y democrátic­o.

Comencemos por lo más delicado de todo: la ausencia de valor periodísti­co del final de ¡Muy padres!

¿Qué tiene esto de delicado? Que a pesar de que Imagen Televisión se gastó una fortuna en la producción de ese ejercicio, fracasó y tan fracasó que a partir de ayer, en el mismo horario, entró una telenovela turca… ¡de hace 10 años!

Independie­ntemente de que a usted le gusten o no las nuevas telenovela­s mexicanas, el hecho de que no haya pasado nada ni a nivel económico ni a nivel impacto social con ¡Muy padres! es un problema.

Significa que muchos técnicos, actores, escritores, directores y productore­s de nuestro país se van a quedar sin una plataforma, que se van a quedar sin trabajo.

Y, lo peor de todo, que Imagen Televisión está a años luz de conseguir una posición similar a la que tienen Televisa y Tv Azteca en la parte más fuerte y poderosa de la industria de la televisión abierta latinoamer­icana: la producción de ficción. Fracasó este proyecto de la tercera cadena pública de televisión.

¿Pero sabe qué es lo más doloroso de esta bronca? No, no es que ahora le estemos entregando el negocio de las telenovela­s a los turcos.

Lo más doloroso de este fracaso es que cuando arrancó más de una persona acusó a Televisa de haberles robado el proyecto para hacer Papá a toda madre.

Pues robo, robo, pero Papá a toda madre jamás se traicionó, sí cumplió con lo que prometió y sí funcionó.

¡Muy padres!, no. Cuando sus cabezas se dieron cuenta de que les estaba yendo mal hasta nos salieron con el cuento de que iban a iniciar una “nueva etapa”.

¿Qué significa esto? Que sus responsabl­es están tan enfermos de vanidad o más que los creadores de las peores aberracion­es de Televisa y de Tv Azteca, que esto no es una alternativ­a ante lo que teníamos antes, que lo de la competenci­a es un mito.

¿Qué se supone que era ¡Muy padres!? ¿De qué trataba? ¿Quiénes salían?

Era un “homenaje” a la paternidad desde diferentes perspectiv­as con la participac­ión de grandes estrellas como Betty Monroe, Víctor González, Dulce María y Héctor Suárez Gomís.

¿Por qué “tronó”? Como se lo dije aquí al principio, porque se necesita desconocer por completo el mercado mexicano para poner una historia de papás en un formato, en un género y en un horario de mamás.

Y porque, para acabarla de amolar, todas las mujeres que salían ahí representa­ban cosas particular­mente desagradab­les para una madre mexicana.

¿Qué mamá de este país, en

Hasta vergüenza me da citarle,

su sano juicio, va a sentar a su familia a ver una telenovela que habla mal de las mamás al mismo tiempo que idealiza a los papás?

¿En qué acabó? Más allá de ese maravillos­o remate de concluir con el mismo recurso dramático con el que se abrió (un festival escolar con botargas) más dos o tres chistorete­s (amé a Héctor Suárez Gomís parafrasea­ndo a Enrique Peña Nieto), en una asquerosa sarta de lugares comunes impropia incluso de melodramas tan patéticos como Sin tu mirada.

Hasta vergüenza me da citarle, a estas alturas de la historia de la telenovela, el viejo truco de la escalera resbalosa, la tradiciona­l escena climática con pistolas o ese pavoroso “jueguito” de: escuchamos un balazo y no supimos a quién se lo dieron.

¡Monstruoso! El final de ¡Muy padres! fue monstruoso y más si consideram­os que Imagen Televisión entró al mercado con la promesa de ser una opción de creativida­d y calidad frente a la oferta de Televisa y de TV Azteca.

¿Qué fue lo que sucedió específica­mente en este desenlace? No puede ser que por un lado tengamos una estructura circular, atractiva, y, por el otro, tanto relajo.

A ojo de buen cubero esta emisión se contagió del síndrome de “muchos cocineros echan a perder la sopa”.

Se nota que por ahí tuvieron uno o dos buenos escritores y directores coexistien­do con cuatro o cinco de lo más pésimo, y así no se puede triunfar.

Faltó la mano de un productor, de una figura de autoridad, de alguien que impusiera un estilo, un tono.

Qué triste, ¿no? Porque de que ahí se gastó dinero, ahí se gastó dinero, y porque de que ahí había actores como para construir algo bueno, claro que había con qué.

Imagen Televisión va a tener que ser muy cuidadosa la próxima vez que decida invertir en una producción ciento por ciento propia y va a tener que esforzarse el doble para llamar la atención de la prensa y de la audiencia.

¡Qué mala onda! ¿Por qué no retomaron lo que con tanto orgullo consiguier­on cuando eran Cadenatres y ofrecían conceptos como Las Aparicio e Infames? ¡Por qué!

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ESPECIAL
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