El algodón lagunero se iba ‘abriendo’ mercado mundial
Japón, Inglaterra y EU mostraban su interés en la fibra blanca. A pesar de que un francés de nombre Gerard, intentó sabotear para conseguir beneficios para la fábrica de San Antonio Abad
Bien dicen que nadie es profeta en su tierra y Eduardo Guerra era menos que eso, la raza le tenía cierta ojeriza. Pero como es usual, a los políticos locales les va mejor en medios de otras ciudades o de otros estados o de otros países o planetas.
Al señor Guerra lo entrevistaron en el periódico El Norte de Saltillo. Parte del tema obvio, era el algodón. Quién sabe si exista alguna copia de esa publicación porque al parecer estuvo de lo mas cotorro lo que respondió el presidente municipal.
Un párrafo: “como trasladándose un momento a la región deleterea, nuestro interrogado dijo... y desapareció... el embarazo que lo embargaba en los primeros momentos”. Como quien dice no dijo nada. El entrevistador de apellido Rosales señaló que Guerra era un caballero, pero no dijo si de industria, comercio, trabajo, la tabla redonda o la orden de san Cucufate virgen.
Junto con el deceso de Virginia Salinas de Carranza, aconteció la llegada del cadáver de Amado Nervo. Los funcionarios de primer nivel se fueron con el presidente a Querétaro, pero el que se tuvo que regresar en friega a la capital, fue Manuel Amaya, Jefe del Protocolo y Primer Introductor de Embajadores para las honras fúnebres del poeta y la recepción de dignatarios. Ya había vuelto también el presidente Carranza y la familia que le quedaba.
Se buscaba experimentar una cura contra la fiebre amarilla que había tenido un brote muy virulento en Yucatán. Era una sustancia descubierta por el doctor Niguchi, pero no pudieron acabar el estudio porque así como empezó el brote, se acabó.
También se acabó la huelga de los mineros, gracias a las gallardas y viriles medidas del gobierno gringo, que prácticamente no tuvieron que recurrir a nada ilegal ni a triquiñuelas para convencer a los trabajadores, a quienes también se les otorgaron beneficios.
Llegaban pocas noticias sobre la brutalidad con la que los negros eran tratados. Se les acusaba de cualquier cosa sin tener mayores pruebas de por medio. Once de ellos fueron ejecutados por ser asesinos, a los ojos de un juez y un jurado blancos, en Arkansas.