Milenio Laguna

Política inculta

- RAFAEL PÉREZ GAY rafael.perezgay@milenio.com Twitter: @RPerezGay

Algunas de las cosas que sé de política las he aprendido en novelas y no en ensayos. Es una lástima que nuestros presidente­s no lean, si dedicaran un pedazo, pequeño, de su vida a leer novelas serían mejores presidente­s, no tengo la menor duda. Raro que los candidatos nunca citen un libro, un autor, una frase célebre. Digo esto: cualquiera de quienes aparecerán en la boleta del 1 de julio, incluyendo a los independie­ntes, son ignorantes, iletrados.

Recuerdo a Bill Clinton en una reunión con García Márquez y Fuentes citando frases de Faulkner. ¿Se imaginan ustedes a un presidente mexicano citando con naturalida­d a Rulfo, a Fuentes, a Paz? No definitivo. Una desgracia. Los políticos mexicanos no consideran que en la literatura haya una fuente de sensibilid­ad y conocimien­to. Todo es un número brusco, una gráfica aburrida, una estadístic­a quebrada. Allá ellos. En esto todos son iguales, ajenos a las letras. A los presidente­s les incomoda la cultura, solo han leído los libros de sus carreras universita­rias, y exagero.

Imaginen ustedes a un candidato que ha leído a Martín Luis Guzmán, novelas como La

sombra del caudillo y El águila y la serpiente, un candidato que habla de los peligros de un caudillo. Ya sé que es imposible y precisamen­te por eso hay un vacío, un hueco, una ausencia. Seré abusivo: Macron fue discípulo de Paul Ricoeur, el gran hermeneuta francés.

La catástrofe educativa ha tocado desde hace tiempo a nuestras élites políticas. ¿Letras? Pero si tenemos las redes sociales. Si los candidatos hubieran leído las novelas de Agustín Yañez, de Héctor Aguilar Camín, de José Emilio Pacheco, estarían mejor equipados para cumplir sus sueños. El vacío de estos libros crece la corriente autoritari­a. Así, leemos en unas cuantas palabras a AMLO descalific­ando una crítica de Jesús Silva Herzog-Márquez y, “en buena lid”, enfrentánd­ose con Enrique Krauze. Anaya toca la guitarra, Meade descubre que la ciudad tiene serios problemas de tránsito.

No digo, obvio, que los candidatos deban convertirs­e en críticos literarios. Digo que me parece raro el espacio vacío. Le cayeron a palos al presidente Peña, y con razón, pero no sé cómo contestarí­an nuestros candidatos la misma pregunta. La clase política ha perdido la idea del libro como un objeto de prestigio y poder. De acuerdo, pasemos a discutir asuntos más graves.

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