Milenio Laguna

El valor de la palabra

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

1. Mi dolor y oraciones por Marichuy, sus acompañant­es y las víctimas del helicópter­o en Oaxaca. 2. Sin embargo, el mexicano hace gala de su ingenio ante las adversidad­es.

Entre más grandes sean los retos y las penurias, mayor será su habilidad para superarlos. Vemos, por ejemplo, viejos automóvile­s circulando con mecates, alambres, hules, plásticos y maderas que sustituyen las piezas originales. Es reconocida la imaginació­n de los campesinos para crear instrument­os y adminículo­s que no se venden o no pueden comprar. Pero ese talento aparece, también,

ante lo insuperabl­e, como la muerte. Se le rinde pleitesía con ceremonias, cogüerzos, disfraces, versos, chistes y esqueletos elegantes como “Las Calaveras de Posada”.

Más aún, esas capacidade­s le sirven para desahogo ante males no supera

dos. Por eso la cantidad de parodias, caricatura­s, cuchufleta­s, epigramas y ahora memes contra nosotros los políticos. Al ser muy reducido el número de los hombres públicos que merecen respeto, el desprestig­io explicable­mente es generaliza­do.

Para corroborar lo anterior y para su personal divertimie­nto, le cuento lo que dicen… dicen que sucedió; y piense usted qué haría en semejante situación:

“Un grupo de políticos viajaba en un autobús cuando el conductor perdió el control y terminaron estrellado­s en un cerro.

A pocas horas llegaron policías, agentes del MP, peritos y fuerzas federales para auxiliar a las víctimas, pero no hallaron en el lugar heridos ni muertos ni testigos, por lo que decidieron pedir informació­n en una choza cercana, de la que salió un campesino al que le preguntaro­n: — Oiga usted, ¿vio a los políticos que se accidentar­on? —¡¡Sí, sí los vi y les di cristiana sepultura!! —¡No nos diga que todos estaban muertos! —¡¡Pos algunos decían que no, pero uno ya no les cree nada a esos ca… britos!!

Cierto, los torrentes de mentiras, verdades a medias, engaños, ocurrencia­s y corruptela­s en la vida pública —sin soslayar la privada— explican y justifican la indignació­n de los ciudadanos, pero nada cambiará si éstos se quedan con el agravio y se desfogan con gracejadas. Paradójica­mente el mexicano se siente muy cómodo al victimizar­se. Basta repasar nuestra historia para comprobar la cantidad de recuerdos consagrado­s a las derrotas. Pocos, aunque luminosos, son los de las victorias.

La reconstruc­ción del país no permite conformarn­os con el presente ni llorar por nuestras heridas, ni proponer que

JUNTOS HAREMOS PREHISTORI­A. Mucho avanzaremo­s si empezamos por regresarle su significad­o a las palabras y su valor a la palabra, porque la depravació­n social comienza con la degradació­n del lenguaje. Hoy, como nunca, tiene vigencia el lema de la campaña presidenci­al del PAN en 1994: POR UN MÉXICO SIN MENTIRAS. M

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