Eduardo Guerra hacía y deshacía en Torreón
Aprovechó que seis integrantes del cabildo que no estaban muy de acuerdo con él, habían faltado a algunas reuniones y los destituyó, pero lo cacharonenlamaroma y antes de que pudiera cambiarlos
Con tantas cosas que habían pasado, el presidente municipal Eduardo Guerra se había dado el lujo de hacer y deshacer, aunque de todas maneras era muy de ese estilo. El autócrata infinitesimal, árbitro de los tristes destinos torreonenses, quería conformar una planilla de allegados a su administración, pero que fueran puros compas.
Aprovechó que seis integrantes del cabildo que no estaban muy de acuerdo con él, habían faltado a algunas reuniones y los destituyó, pero lo cacharon en la maroma y antes de que pudiera cambiarlos por sus cómplices, ya no pudo. Su torvo plan era imponer a gentes de su agrado en candidaturas para la elección que venía.
En esos mismos asuntos, quedó formalmente constituido en Torreón el Partido Liberal Independiente también para participar en la contienda. En Durango, el general Jesús Agustín Castro, lerdense de nacimiento, aceptó su postulación como candidato al gobierno del estado.
Se pronosticaba que ese invierno iba a ser más crudo que el pasado, y que el antepasado. Había heladas por todo el país, pero se decía que eso no iba a afectar los sembradíos de trigo y cebada al menos. Las gentes como fuera. La pobreza rampante no preocupa tanto como la ganancia, y entonces como ahora, la gente padecía con el mal clima.
El Teatro de los Héroes en Chihuahua, fue el lugar elegido para el juicio sumario contra Felipe Ángeles. También fueron juzgados