De la pasión al amor
El mundo se ha convertido en un laboratorio en donde tratamos de analizar todo “bajo el microscopio”, para conocerlo, entenderlo y en su caso repararlo de manera más eficiente. Ahora existen especialistas en casi todas las ramas del quehacer humano, y el aprecio por el “hombre del renacimiento”, cuyos conocimientos abarcaban los campos de la ciencia, las artes y las humanidades, cada vez queda más relegado.
Lo anterior viene a cuento, por sugerencias que recibí derivadas de un artículo en el que abordé el tema del “día del amor” por sus antecedentes históricos. Cumpliendo pues complacencias y de acuerdo a este siglo de los especialistas, sin pretenderme tal y con el solo pasaporte de mi condición humana, pongamos bajo el microscopio en forma muy breve el proceso del enamoramiento humano.
La atracción física en cualquiera de sus formas es por lo general el inicio de una relación amorosa, algo nos atrae que nos hace acercarnos, si el contacto interpersonal se da, la atracción puede reforzarse, disminuir o desvanecerse, según se cumplan o no las expectativas físicas, intelectuales y espirituales. Si se cumplen, o se cree que se cumplen, se desea y se busca entonces un contacto físico progresivo, en el que conscientes o no, se intercambia mediante los sentidos, gusto, olfato etc. un montón de información.
La cercanía se torna intimidad y la intimidad comunicación y confianza, con la consiguiente dosis de placer que ésta etapa trae aparejada. El placer detona entonces todo tipo de químicos que como fijador establecen mapas mentales que nos hacen querer garantizar la permanencia a nuestro lado de la persona amada, el temor a perderla genera ahora los celos, que si no son bien manejados por ambos, pueden destruir la relación.
Dado que la etapa pasional es pasajera, el cultivo y desarrollo de la comunicación y la confianza antes creadas, es fundamental para establecer acuerdos realistas y pasar así a un amor suficientemente maduro, para sostener una unión permanente.