La verdad ha dejado de importar
Nos queda a todos muy claro que Nicolás Maduró ha consumado la destructiva arremetida contra la economía venezolana comenzada por Hugo Chávez, ¿verdad? Digo, la nación suramericana no sólo no produce ya prácticamente nada sino que ni siquiera los recursos del petróleo le alcanzan para importar los alimentos, las medicinas y los artículos básicos que el pueblo necesita, por no hablar del desmantelamiento del sistema democrático, la cancelación de las libertades ciudadanas, la represión contra los estudiantes contestatarios, las prácticas intimidatorias contra los opositores y la instauración de lo que, en los hechos, es una dictadura. Pero, miren ustedes, esto que nos parece tan evidente no lo es tanto para ciertas personas: echen ustedes un vistazo a los comentarios que irán apa- reciendo a lo largo del día en la edición digital de esta columna y no faltará quien atribuya todos los males de Venezuela al “criminal bloqueo económico” impuesto por los Estados Unidos; se encontrarán igualmente con voces que, obviando datos duros y evidencias, defenderán esa “revolución bolivariana” (Bolívar ya no puede opinar sobre el asunto, desafortunadamente, como tampoco José Martí en lo que toca al régimen cubano de los Castro, aunque bien que se agita en su tumba) y ese “socialismo del s. XXI” que pretendidamente beneficia a las “clases populares”; y, desde luego, no faltará la habitual andanada de insultos de gente que no debate ni discute ni argumenta sino, justamente, que sólo sabe hacer eso, insultar.
Pero, entonces ¿no importan ya los hechos, no cuenta la verdad y no valen las cifras? Desde luego que no: millones de personas han decidido ignorar selectivamente cualquier demostración, así sea que resulte de procedimientos rigurosos y hasta de las exactitudes del método científico. Hoy mismo, surgen grupos de fanáticos proselitistas que propalan la especie de que la Tierra es plana, imputando la realidad del universo a una suerte de suprema conspiración global que, si lo piensas, sería una maquinación tan colosal que no hubiera habido algo tan costoso en toda la historia de los hombres (aparte de inútil); otros, niegan la teoría de la evolución; muchos más, refutan la efectividad de las vacunas.
Y, pues sí, en este retorno a la era de las cavernas, van a mandar sujetos como Trump y otros caudillos de su calaña.