Milenio Laguna

In memóriam de Doña Rita López de Chong. QEPD.

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as elecciones presidenci­ales están a punto de iniciar. De hecho oficialmen­te arrancan el 30 de marzo. (Las precampaña­s ya son historia) Si hoy fueran las elecciones MORENA de López Obrador sería el ganador, pues las encuestas recientes (Feb 2018) indican 33% para MORENA-PT-PES. 25% para Anaya PAN-PRD-MC y 14% Meade PRI-PVEM-PANAL. El resto son independie­ntes e indecisos.

Todo hace suponer que la contienda será entre López Obrador y Anaya. Meade cada día se aleja más, todas las encuestas lo señalan en un lejano tercer lugar. Pero cabe la posibilida­d que el tricolor acelere a fondo en la campaña, provocando un empate técnico entre los tres, es decir, la tercera parte de los votos para cada uno, y así los tres candida- tos reclamaría­n ser los vencedores, y obviamente MORENA y sus seguidores otra vez tomarían las calles provocando un caos.

Por lo tanto, al PRI y sus dirigentes solo les queda negociar con Anaya, para detener la inminente victoria de López Obrador, es decir, es bien sabido que el PRI, cuenta con una plataforma del llamado voto duro que equivale al 23% de los sufragios de una elección, más los que acumule en forma natural. Y de ser así, se sumarían entre un 10 a un 15 % más de votos para Anaya, provocando una gran diferencia entre el primer y segundo lugar, evitando el empate técnico, mismo que aprovechar­ía López Obrador para autonombra­rse vencedor.

En otras palabras, al verse el PRI rebasado por MORENA, optaría por dirigir su voto duro hacia el PAN-PRD y MC, pues saben que dejar ganar a MORENA, sería su sentencia, no solo de exhibir sus innumerabl­es nego- cios en lo obscurito, sino también, la posibilida­d más que real, de afrontar cáusticas denuncias en contra de la cúpula priista, que actualment­e gobierna éste país. Es decir, al PRI, tal vez le convenga más negociar con Anaya que con López Obrador pues saben que al ostentar el poder, las promesas de amor y paz o borrón y cuenta nueva, pasarán al olvido. Es por esta razón, que una alianza se cierne en el PRIAN.

Pero también, por otro lado, al verse perdido el PRI, cabe la remota posibilida­d de negociar con MORENA de López Obrador, con la esperanza de creerle sus promesas de la república amorosa y de ser así, sería la debacle de Anaya y del PAN, y el resurgimie­nto de una nueva corriente política entre priistas y expriistas apóstatas que actualment­e militan en MORENA, empezando por su líder y en consecuenc­ia, sepultando al PRI, franquicia electoral muy cuestionad­a.

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