Milenio Laguna

Gobierno quería modernizar al campo mexicano

Pastor Roauix, secretario de Agricultur­a, pretendía que los campesinos tuvieran la capacidad de manejar cosas más avanzadas

- Cecilia Rojas

El secretario de Agricultur­a Pastor Roauix traía por todo México dos trenes especiales que en seis carros llevaban lo más avanzado en implemento­s para este oficio artífice de la humanidad. Se pretendía que los campesinos se enteraran y tuvieran la capacidad de manejar tan avanzadas cosas.

Uno de esos trenes ya estaba en la capital del país. Desde luego solo visitarían aquellos lugares en donde había vías. Don Porfis hasta eso, se aventó un buen tendido de líneas, y este era el medio de comunicaci­ón y transporte idóneo para la vida de entonces. Además, se trataba de que los campesinos aprendiera­n a usar esos artilugios en cooperativ­as. Bases ejidales.

Los que ya estaban hasta el gorro por que no les pagaban, eran los profesores de la escuela Luis Beauregard, que mandaron un oficio a quien correspond­ía, manifestan­do que como no tenían para comprar de comer ni mantener a sus familias, pues iban a tener que renunciar. Las arcas de la tesorería medio se abrieron.

Pero faltaban todos los demás maestros que ya hacían amagos para cerrar las escuelas nocturnas. En Viesca, Matamoros y San Pedro, sí se les pagaba a los profes en tiempo y forma y a veces hasta por adelantado. El presidente Guerra no pagaba eso, ni la luz, ni casi nada que no fuera chupe.

Y como en todos lados se cuecen habas, la secretaría de guerra mandaba un telegrama en el que prevenía a los jefes de hacienda para que no fueran a andar pagando nada sin consultar previament­e con ellos. Por que una partida de pillos se robó unas ordenes de pago justo de la secretaría de guerra, y tenían planes malévolos para estafar al menos 18 mil pesos en la región.

El bolchevism­o era visto como una doctrina secreta. Pero de mala influencia, eso sí. Un editorial de El Informador de Guadalajar­a, fue publicado en La Opinión y hablaba de un libro, que no era nombrado, en el que se asentaban las bases rusas soviet. Los espeluznan­tes capítulos eran estudiados en EU.

Pero se veía que la mala semilla se iba diseminand­o también en España o Argentina. Peor aún, en México. Que los postulados no ofrecían ningún fundamento para la felicidad y pues por eso se proponían medidas represivas, tampoco muy felices claro, contra los que anduvieran propagando aquello.

Como fuera iban ganando la batalla en Rusia al menos. Ciertament­e no hubo felicidad en ese momento en que las tropas del general Alexis Denikine eran avasallada­s por las chusmas rusas que habían vivido bajo un sistema feudal por cientos de años. Tampoco la hubo cuando el régimen se instauró. Eso que llaman felicidad es tan volátil, que vaya, no la tenemos nadie ni después ni antes del bolchevism­o, capitalism­o ni doctrinas varias. No hemos aprendido nada.

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