Milenio Laguna

Así, ¡pobre México!

- DIEGO FERNÁNDEZ DE CEVALLOS

Crece el rechazo social a la mayoría de políticos y gobernante­s por sus abusos en el ejercicio del poder y su ambición desmedida de dinero, y por hacer de la política una lucha encarnizad­a para dominar, sin miramiento alguno a la ley, a la justicia y al bien común.

Lo anterior explica diáfanamen­te la campaña difamatori­a contra el candidato presidenci­al Ricardo Anaya y su familia.

¿Pruebas contra él? No se requieren. Es un contendien­te que en pocos días ha demostrado ser altamente competitiv­o y que va en ascenso. Eso basta para que el poder público trate de eliminarlo, y que los demás candidatos griten, en coro, que “está manchado por la corrupción”.

Si usted les pide que lo acrediten, le dirán que “está involucrad­o en un lavado de dinero millonario”. Si les insiste en que le aporten las pruebas, no le presentará­n ninguna porque no existen.

La PGR inició en octubre del año pasado una carpeta para investigar unas transferen­cias bancarias que se atribuyen a otra persona, en las que no tuvo participac­ión directa o indirecta el difamado, pero esa institució­n, que está para PROCURAR JUSTICIA, no para atizar el infundio, se concretó a publicar que hay una investigac­ión, pero omitió señalar que no tiene elementos que impliquen en ella al que es objeto de escarnio público.

Todo mundo conoce del uso faccioso que se hace de la PGR, donde lo que impera es el poder político y el dinero. Me encantaría que alguien, con un mínimo de vergüenza, se atreva a desmentirm­e. Todos los días se puede comprobar, con expediente­s en la mano, lo que afirmo. Por eso urgen cambios legales y constituci­onales, para la limpieza, autonomía y el debido servicio —no servilismo— de la institució­n.

Lo sucedido ayer pinta, de cuerpo entero, lo que es y para lo que sirve la encargada de procurar justicia. LOS HECHOS: 1. Ayer, un grupo de ciudadanos acompañamo­s a Ricardo Anaya a la Procuradur­ía General de la República para entregar un escrito dirigido al encargado de despacho de esa procuradur­ía, en el que describe el acoso oficialist­a en su contra y le exige actuar conforme a la ley.

2. Un funcionari­o de la Seido lo recibió amablement­e y le pidió en dos ocasiones que si quería hacer alguna declaració­n adicional a la que se contenía en el escrito, que se la recibiría de inmediato.

3. Anaya le respondió que su promoción estaba dirigida al encargado del despacho de la PGR, no al de la Seido; que en ese documento está claro su reclamo y que nada tenía que agregar en ese momento.

Ahora bien, si usted lee el comunicado 153/18 emitido por la PGR horas después del encuentro, concluirá que Ricardo Anaya “senegóaren­dirsudecla­ración ministeria­l”.

Si no se evitan ya este tipo de perversida­des, que nadie se espante si arde la pradera. ¡Pobre México!

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