Así, ¡pobre México!
Crece el rechazo social a la mayoría de políticos y gobernantes por sus abusos en el ejercicio del poder y su ambición desmedida de dinero, y por hacer de la política una lucha encarnizada para dominar, sin miramiento alguno a la ley, a la justicia y al bien común.
Lo anterior explica diáfanamente la campaña difamatoria contra el candidato presidencial Ricardo Anaya y su familia.
¿Pruebas contra él? No se requieren. Es un contendiente que en pocos días ha demostrado ser altamente competitivo y que va en ascenso. Eso basta para que el poder público trate de eliminarlo, y que los demás candidatos griten, en coro, que “está manchado por la corrupción”.
Si usted les pide que lo acrediten, le dirán que “está involucrado en un lavado de dinero millonario”. Si les insiste en que le aporten las pruebas, no le presentarán ninguna porque no existen.
La PGR inició en octubre del año pasado una carpeta para investigar unas transferencias bancarias que se atribuyen a otra persona, en las que no tuvo participación directa o indirecta el difamado, pero esa institución, que está para PROCURAR JUSTICIA, no para atizar el infundio, se concretó a publicar que hay una investigación, pero omitió señalar que no tiene elementos que impliquen en ella al que es objeto de escarnio público.
Todo mundo conoce del uso faccioso que se hace de la PGR, donde lo que impera es el poder político y el dinero. Me encantaría que alguien, con un mínimo de vergüenza, se atreva a desmentirme. Todos los días se puede comprobar, con expedientes en la mano, lo que afirmo. Por eso urgen cambios legales y constitucionales, para la limpieza, autonomía y el debido servicio —no servilismo— de la institución.
Lo sucedido ayer pinta, de cuerpo entero, lo que es y para lo que sirve la encargada de procurar justicia. LOS HECHOS: 1. Ayer, un grupo de ciudadanos acompañamos a Ricardo Anaya a la Procuraduría General de la República para entregar un escrito dirigido al encargado de despacho de esa procuraduría, en el que describe el acoso oficialista en su contra y le exige actuar conforme a la ley.
2. Un funcionario de la Seido lo recibió amablemente y le pidió en dos ocasiones que si quería hacer alguna declaración adicional a la que se contenía en el escrito, que se la recibiría de inmediato.
3. Anaya le respondió que su promoción estaba dirigida al encargado del despacho de la PGR, no al de la Seido; que en ese documento está claro su reclamo y que nada tenía que agregar en ese momento.
Ahora bien, si usted lee el comunicado 153/18 emitido por la PGR horas después del encuentro, concluirá que Ricardo Anaya “senegóarendirsudeclaración ministerial”.
Si no se evitan ya este tipo de perversidades, que nadie se espante si arde la pradera. ¡Pobre México!