Milenio Laguna

Oiga señor rector, pues sí, sí son sus amigos

- CARLOS PUIG Twitter: @puigcarlos

Los jóvenes, muchos de ellos, y eso son nuestros estudiante­s de la Universida­d Nacional Autónoma de México, como los de todas las universida­des del país, consumen drogas.

Es la edad de la experiment­ación, de probar, de buscar muchos caminos hasta encontrar el propio, en la vocación, en las parejas, en los amigos, en la música, en los libros, en la personalid­ad y sí, en los estimulant­es: alcohol y drogas.

Ha sucedido desde el principio de los tiempos y seguirá sucediendo.

De eso se trata ser joven. Maldita la hora en que eso no sea el tiempo de los universita­rios.

En toda universida­d, bueno, casi en todas, hay mercados extraordin­arios donde se encuentra la música undergroun­d que mañana estará en una estación de radio, el intercambi­o de links para ver películas raras, los libros fotocopiad­os que las editoriale­s no ponen en las librerías, las invitacion­es a las mejores fiestas. Y sí: drogas.

Pidió el rector de la UNAM a sus alumnos: “Les solicito que se alejen de aquellos que distribuye­n sustancias nocivas; ellos viven mundos ajenos a los nuestros, no son sus amigos”. Pues sí son, señor rector. Porque el problema no son las drogas. Es la violencia.

Hace más de 30 años que las “islas”, y otros lugares, son ideales para conseguir un toque o un pase u otra cosa. El problema hoy es la violencia. Y la violencia no se reduce ignorando un mercado real o mandándolo a los márgenes. Eso lo encarece y generalmen­te la violencia aumenta, basta mirar el país.

Y la violencia es solo reflejo de la que consume a muchas zonas del país. La disputa entre los grupos de distribuci­ón, la abundancia de armas en la calle, la falta de operacione­s de inteligenc­ia del gobierno. No había manera en que eso no llegara a la UNAM. La mayor universida­d del país no es una isla, no está en otro país, no atiende a otros más que a los mexicanos que sufren lo mismo en sus colonias, en sus calles y en sus vidas.

Tal vez, señor rector, lo que debería hacer la UNAM es utilizar su fuerza académica, su autoridad moral, su posición frente a la sociedad mexicana para, por ejemplo, luchar por la legalizaci­ón de la mariguana recreativa y elaborar, con todo su conocimien­to acumulado, una verdadera estrategia que combata la violencia en el país.

Y dejar que los jóvenes de la UNAM sigan siendo jóvenes.

Jóvenes buscando un camino para el resto de su vida sin miedo a que se arme una balacera afuera de alguna facultad.

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