Oiga señor rector, pues sí, sí son sus amigos
Los jóvenes, muchos de ellos, y eso son nuestros estudiantes de la Universidad Nacional Autónoma de México, como los de todas las universidades del país, consumen drogas.
Es la edad de la experimentación, de probar, de buscar muchos caminos hasta encontrar el propio, en la vocación, en las parejas, en los amigos, en la música, en los libros, en la personalidad y sí, en los estimulantes: alcohol y drogas.
Ha sucedido desde el principio de los tiempos y seguirá sucediendo.
De eso se trata ser joven. Maldita la hora en que eso no sea el tiempo de los universitarios.
En toda universidad, bueno, casi en todas, hay mercados extraordinarios donde se encuentra la música underground que mañana estará en una estación de radio, el intercambio de links para ver películas raras, los libros fotocopiados que las editoriales no ponen en las librerías, las invitaciones a las mejores fiestas. Y sí: drogas.
Pidió el rector de la UNAM a sus alumnos: “Les solicito que se alejen de aquellos que distribuyen sustancias nocivas; ellos viven mundos ajenos a los nuestros, no son sus amigos”. Pues sí son, señor rector. Porque el problema no son las drogas. Es la violencia.
Hace más de 30 años que las “islas”, y otros lugares, son ideales para conseguir un toque o un pase u otra cosa. El problema hoy es la violencia. Y la violencia no se reduce ignorando un mercado real o mandándolo a los márgenes. Eso lo encarece y generalmente la violencia aumenta, basta mirar el país.
Y la violencia es solo reflejo de la que consume a muchas zonas del país. La disputa entre los grupos de distribución, la abundancia de armas en la calle, la falta de operaciones de inteligencia del gobierno. No había manera en que eso no llegara a la UNAM. La mayor universidad del país no es una isla, no está en otro país, no atiende a otros más que a los mexicanos que sufren lo mismo en sus colonias, en sus calles y en sus vidas.
Tal vez, señor rector, lo que debería hacer la UNAM es utilizar su fuerza académica, su autoridad moral, su posición frente a la sociedad mexicana para, por ejemplo, luchar por la legalización de la mariguana recreativa y elaborar, con todo su conocimiento acumulado, una verdadera estrategia que combata la violencia en el país.
Y dejar que los jóvenes de la UNAM sigan siendo jóvenes.
Jóvenes buscando un camino para el resto de su vida sin miedo a que se arme una balacera afuera de alguna facultad.