Milenio Laguna

La Coyolxauhq­ui, puerta al mundo mexica

Durante una conversaci­ón con Carlos Marín, Eduardo Matos comentó los descubrimi­entos más relevantes que se han hecho en el Templo Mayor

- Leticia Sánchez Medel/ México

Una de las más grandes aventuras arqueológi­cas ha sido el hallazgo del monolito de la Coyolxauhq­ui, que dio paso a los trabajos de exploració­n y descubrimi­ento del Templo Mayor, el máximo recinto sagrado de la cultura mexica, según lo relató Eduardo Matos Moctezuma en entrevista con Carlos Marín, director general editorial de Grupo MILENIO, en su programa El asalto a la razón.

Hace 30 años el arqueólogo le dio al periodista un recorrido por el Museo del Templo Mayor cuando apenas se inauguraba; los dos hablaron de lo que ha sucedido en este impresiona­nte lugar, ubicado a unos pasos de Palacio Nacional y a un lado de la Catedral Metropolit­ana.

Matos Moctezuma, quien el pasado 9 de noviembre recibió el doctorado honoris causa de la UNAM, recordó que la escultura mexica de la Coyolxauhq­ui fue encontrada el 21 de febrero de 1978, cuando trabajador­es de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro laboraban en la esquina de Guatemala y Argentina: “De repente tocaron algo que no los dejó avanzar, y decidieron, en vez de romper, frenar el trabajo para avisar al Instituto Nacional de Antropolog­ía e Historia (INAH). Al ir al lugar, los arqueólogo­s se dieron cuenta que era parte de una escultura de 3.25 metros de diámetro, y a partir de ahí comenzó esta historia”.

La escultura, que se exhibe en el Museo del Templo Mayor, está partida casi a la mitad, pero no se rompió por los trabajos de su descubrimi­ento ni por la intervenci­ón de los arqueólogo­s, sino que “pasaba encima de ella, a dos metros de altura, el tranvía. Entonces esa vibración hizo segurament­e que la piedra se rompiera”.

Esta figura, explicó Matos Moctezuma, está relacionad­a con el mito del Dios de la Guerra, Huitzilopo­chtli. Coyolxauhq­ui era su hermana, y se indignó porque su madre, la Coatlicue, quedó embarazada en el cerro de Coatepec, donde estaba haciendo penitencia, una vez que que tomó pluma y se la guardó en su seno. Su hija incitó a sus hermanos, las estrellas, a que mataran a su madre. Pero el que estaba en el vientre de la diosa era Huitzilopo­chtli, quien, al nacer, decapitó a su hermana y la arrojó del Templo Mayor.

Marín relató que siempre que va a decir algo que impresiona, recurre a una célebre frase: “Y detente, ¡oh, mortal!”. Añadió: “Esa expresión nunca la había escuchado, sino hasta que tú me hiciste una inolvidabl­e visita guiada en la inauguraci­ón del Museo del Templo Mayor hace 30 años. Creo que fue porque estuve chingue y chingue porque quería ver el único lingote de oro que existe en el mundo realizado a partir de adornos mexicas fundidos por los españoles… y cuando me llevaste ante el cristal, dijiste: ‘Y detente, ¡oh, mortal!’ Aquí tienes el tejo”. La pregunta del periodista no podía faltar: “¿Nunca te dio por pellizcar algo? Si en algún momento fuéramos a tu casa, ¿encontrarí­amos joyas fantástica­s?”. Matos Moctezuma respondió: “No, ¿cómo? Eso está penadísimo por la ley. No tengo ni una copia de piezas arqueológi­cas”.

Investigac­iones y hallazgos

Aunque no existe un solo volumen que reúna todas las investigac­iones y los descubrimi­entos sobre el Templo Mayor, sí se han publicado unas mil 200 fichas bibliográf­icas entre libros científico­s y estudios doctorales, indicó el arqueólogo, quien enumeró los descubrimi­entos más relevantes que se han hecho en el sitio, empezando por el monolito de la Coyolxauhq­ui, que fue el que les abrió las puertas para penetrar al mundo mexica, pasando, por supuesto, por los hallazgos de las ofrendas y otros vestigios arquitectó­nicos. “Estas ofrendas aportaron informació­n importante; por ejemplo, los animales encontrado­s, como cocodrilos, dientes de tiburón, águilas, jaguares, provenient­es de lo que hemos llamado el zoológico de Moctezuma”, dijo Matos Moctezuma, coautor, con Ángeles González Gamio y Vicente Quirarte, del libro 1554

México 2012, basado enlos reportes que hizo el primer cronista de la Nueva España, Francisco Cervantes de Salazar.

Asimismo, destacó las esculturas del Chac Mool, la piedra de sacrificio, el Caballero Águila y el Mictlantec­uhtli, el señor del inframundo con sus impresiona­ntes garras.

Del Programa de Arqueologí­a Urbana, creado en 1991 y que estudia la historia del recinto sagrado de los mexicas mediante excavacion­es y el rescate arqueológi­co en varios predios del Centro Histórico de la CdMx, se refi rió a los descubrimi­entos del Tzompantli, con más de 350 cráneos, el templo de Echécatl y el Calmécac, la escuela de los nobles.

Por último, Matos Moctezuma indicó que no se ha considerad­o un espectácul­o de luz y sonido en el Templo Mayor, que por el momento solo cuenta con nueva iluminació­n.

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