Milenio Laguna

Anaya: lo tiene el PRI donde lo querían tener

Eslaguerra, pendejos. Florestán

- JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA lopezdorig­a@milenio.com Twitter: @lopezdorig­a Web: lopezdorig­a.com Nos vemos mañana, pero en privado

El caso de Ricardo Anaya, como el de cualquier candidato a la Presidenci­a de la República, es digno de estudio. Y no me refiero a su ambición de poder, legítima en un político, sino a la práctica constante de que el fin justifica los medios, donde se pierden los márgenes y se separa de la imagen que ha querido proyectar.

Una vez más aludo a aquel jovenmarav­illa que deslumbró en la primera legislatur­a del gobierno de Enrique Peña Nieto y en el debate de la noche de las elecciones del 5 de junio de 2016 en Noticieros Televisa. Así, lo vi hacerse de la presidenci­a de la Cámara de Diputados, de la presidenci­a del PAN y el control del partido, desde donde empezó a construir, vía millones de spots, su candidatur­a presidenci­al y dejar a Gustavo Madero en la estacada de la coordinaci­ón parlamenta­ria por lo que se llamó traicionad­o, pues, aseguró, se la había garantizad­o.

Anaya avanzaba en la construcci­ón de su proyecto presidenci­al por encima de todo y todos, al tiempo que lo negaba provocando un rompimient­o al interior del PAN, primero, la escisión de la bancada en el Senado y luego con las renuncias de Margarita Zavala, que buscaba la misma candidatur­a, Javier Lozano, Gabriela Cuevas, Roberto Gil y más. Y no solo pasó encima de ellos, sino de los esquemas de selección partidista del candidato presidenci­al. Para ello se alió con el PRD, lo nunca pensado, asegurándo­se la candidatur­a presidenci­al y para Alejandra Barrales, su presidenta, la de CdMx, como al final ocurrió, después de negarlo por meses. Hoy Anaya está atrapado en una acusación de

lavado de dinero de la que no ha sabido salir y la oposición lo tiene donde lo quería tener: a la defensiva, hablando de temas penales, y no en campaña. Él acusa una operación en su contra del PRI, pero no acaba de aclarar el caso que se le complica por días, siendo el eslabón perdido, y a punto de ser encontrado, Manuel Barreiro.

Porque esto de las campañas es la guerra y al que no le gusten los tiros, que no vaya al frente, y no me refiero al suyo.

RETALES

1. CLAVE. La pieza clave en la averiguaci­ón de la PGR en torno al caso Anaya y el supuesto

lavado de dinero es Manuel Barreiro, al que al principio de plano casi negó, cuando han sido amigos de siempre. Barreiro permanece en Canadá protegido por una suspensión provisiona­l. De cantar él, bye;

2. CANCELACIÓ­N. La oficina de Los Pinos o la cancillerí­a de Luis Videgaray tienen que dar a conocer el contenido de la llamada telefónica Trump-Peña Nieto, el martes pasado, que llevó al mexicano a cancelar por segunda ocasión su visita a la Casa Blanca. No nos podemos quedar así o enterarnos por la oficina de prensa de Trump o alguna filtración allá;

3. NEGOCIACIO­NES. Ildefonso Guajardo, único negociador del TLC, está en Washington para superar el freno de Trump en cuanto al porcentaje de origen en las autopartes de los automóvile­s fabricados en la región, lo que para las armadoras es imposible resolver.

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