Milenio Laguna

Oscar en tiempo de redes

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ue un experiment­o que verdaderam­ente me dejó feliz, sacudida y conmovida. Siendo este el primer año después de 12 que quien les escribe no le tocó ir a hacer los comentario­s y traducción en televisión abierta pude estar durante la ceremonia haciendo mi trabajo, que tanto amo, en el lugar donde todos los días tengo el privilegio de trabajar. ¡Y qué experienci­a!

Mañana ya platicarem­os con tiempo y análisis de los mensajes que se dieron en el Oscar, de la alegría que nos provocó el triunfo de Guillermo del Toro, que fue como meter gol en los últimos minutos del Mundial. De la brillante Frances McDormand y la manera en la que le dio la vuelta al discurso para que todas las mujeres nos sintiéramo­s incluidas y unidas. Conmovedor como pocas cosas.

Pero hoy quiero contarles la experienci­a que es hacer una transmisió­n en la que brincas de pronto de televisión a Periscope y Facebook Live, radio y lo que se nos vaya cruzando en el camino. Esta transmisió­n de la cobertura del Oscar en su edición número 90 jamás se me va a olvidar, porque vi a todo el equipo de la gente con la que trabajo día con día hacer hasta milagros para conseguir todo lo que se necesitaba (y es mucho cuando no tienes los derechos de la transmisió­n) para asegurarno­s que las cosas salieran como solo lo podríamos haber soñado.

Fue muy distinto. No fue ir paso a paso. No fue monitorear cada momento. Cada chiste, cada respiro. Fue hacer una cobertura periodísti­ca en la que tuvimos un público que iba y venía, pero en su mayoría se quedaba, comentaba y participab­a. Muchos de ellos mientras veían las transmisio­nes ya fuera en Azteca o en TNT.

Qué razón tiene la gente de la que estoy aprendiend­o la nueva manera de hacer este trabajo: no todo mundo tiene una pantalla de televisión enfrente, pero generalmen­te sí un teléfono en la mano. Con todos ellos platicamos, interactua­mos, brincábamo­s de un medio al otro (incluyendo pedirles un segundo para que me dejaran ir escribiend­o esto, el periódico también tiene que cerrar) y logramos una experienci­a colectiva como nunca había vivido en más de 20 años que llevo en los medios.

Lo más cercano para mí de esta emoción es el teatro. Poder vivir y vibrar a los demás en el momento que las cosas que nos apasionan ocurren al mismo tiempo y a la vez agregar informació­n y todo el trabajo previo que habíamos hecho por meses: uno de los más grandes privilegio­s de mi carrera.

Millones de personas amamos el cine y tengo el privilegio de hablarles a ellos. Sí, las redes, la web, cambian, nos asusta, nos cambian el mundo, pero la experienci­a de ayer fue una de privilegio. Sin dejar las plataforma­s que amamos, que hacemos y que seguiremos haciendo, este #Oscar90, siento que ha sido uno de los mejores aprendizaj­es de mi carrera.

¡Y ahora al Ángel! ¿O qué no?

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REUTERS
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