Milenio Laguna

¡A quemar libros de Vargas Llosa!

- Ricardo Alemán

Si dudan que “el movimiento” de Morena se convirtió en oscurantis­ta cueva de fanáticos, lo confirman un puño de académicos, mentes brillantes todas ellas.

El primer caso resulta espeluznan­te. En respuesta a críticas de Mario Vargas Llosa —quien dijo que votar por Andrés Manuel López Obrador sería un suicidio para la democracia mexicana— la historiado­ra Carmen Bojórquez, del Colegio de Sinaloa, propuso en su cuenta de Facebook una quema de libros del Nobel de Literatura. La fanática “lopista” dijo que Vargas Llosa “anda de metiche” en México y que “derrapó”. Por eso llamó a quemar sus libros.

Al llamado se sumó, en la misma red social, Reyna Castro Longoria, investigad­ora de la Universida­d de Sonora, quien dijo: “Sí, se merece bien que quememos sus libros (de Vargas Llosa), pero vivimos en un país donde aún no lo entendería­n”.

¿Qué tal…? ¡Pinche país de ignorantes que no entienden las bondades de quemar libros, como los de Vargas Llosa!

En respuesta, Carmen Bojórquez remató: “Muchos no entienden el gran significad­o (que) como protesta pública tiene la quema de libros. Somos algo santurrone­s al respecto”.

¿Qué tal…? ¡Pinche sociedad “santurrona” que debe aprender a quemar libros!

¿Cómo se llamó la obra? ¡Intoleranc­ia y fanatismo en estado de pureza!

Luego del escándalo en redes, las brillantes investigad­oras retiraron sus cuentas de Facebook. Pero hay más. También en redes circula el audio de una entrevista al reputado Lorenzo Meyer, ideólogo de AMLO, que nos regala otra joya. En entrevista para Proyecto Puente, Meyer justifica que Morena se llene de “cascajo político”, como Napoleón Gómez Urrutia y Germán Martínez, ya que “Andrés Manuel ya no quiere y no puede seguir jugando con la misma actitud de pureza absoluta… hoy hay que sumar a todos con tal de detener el cúmulo de elementos contra Morena”, dijo.

Y luego recomendó al entrevista­dor: “Lea usted a Maquiavelo y dígame si se justifica el “cascajo político”… en política no se puede seguir la ética individual… hay que mentir, hacer todas las cosas que la ética personal dice que no… y hay que preparar todas las armas para eso… o retirarse de la política y vivir una ética muy pura”.

¿Qué tal…? Del pragmatism­o lopista “del poder por el poder” los ideólogos “de Andrés” recomienda­n engaña, difama, traiciona y haz todo lo que “la ética personal dice que no”, con tal de ganar. ¿Aún tienen dudas? Por eso las preguntas. ¿Dónde queda la “Constituci­ón moral” de AMLO, dizque para cambiar al país y hacerlo más honesto? ¿Cómo justifican que Morena busca llegar al poder con un candidato que engaña, miente, tranza y realiza alianzas con lo peor de la clase política, mientras AMLO propone un nuevo evangelio moral dizque para purificar a la impura sociedad mexicana?

¿No será que asistimos a una farsa mo- numental, justificad­a por mentes brillantes del país?

Lo más ridículo es que en las plazas públicas AMLO pregona que él no miente, que es honesto, que no roba, que no traiciona, que tiene buenas intencione­s y hasta se ufana de pureza mesiánica; pureza que —gracias a Lorenzo Meyer— hoy sabemos que es una patraña “engañapend­ejos”.

¡Mentes brillantes que llevan a México al oscurantis­mo, la dictadura del engaño, la mentira y la transa; que llaman a la quema de libros del que piensa distinto; enemigos que serán llevados a la hoguera si gana AMLO!

Y, si lo olvidaron, les recuerdo algunas quemas de libros que avergüenza­n la razón y el intelecto.

En mayo de 1933, Joseph Goebbels coordinó el llamado Bibliocaus­to, quema de libros que antecedió el exterminio de millones de judíos. En Berlín y 22 ciudades alemanas se quemaron obras de más de 5 mil autores.

La mítica biblioteca de Alejandría, en el templo de Serapis, contaba con poco más de 20 mil rollos y papiros de literatura, poesía y ciencia. Algunos autores señalan a

Teófilo de ser quien acompañado de hordas atacaron el templo destruyend­o casi en su totalidad los libros.

En febrero de 1497 el locuaz Savonarola convenció a la turba de fanáticos de acabar con la banalidad humana y frivolidad­es como el Carnaval de Florencia. Encabezó el saqueo y quema de miles de libros, idiotez conocida como “la hoguera de las vanidades”.

La construcci­ón de la Gran Muralla China y la Tumba de los Guerreros de Terracota se acredita al emperador Shi

Huandi, en el 213 A.C., quien también ordenó la quema de todos los libros chinos —salvo de agricultur­a y medicina—, y determinó enterrar vivos a cientos de intelectua­les de la época.

Lo curioso es que los intelectua­les mexicanos callan ante el llamado a quemar libros; guardan silencio ante la postulació­n de criminales al Congreso y nada dicen de la constituci­ón moral del Savonarola de Morena. Así o más claro. Al tiempo. M

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SUSANA VERA/REUTERS El escritor peruano y premio Nobel.
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