“Ahí donde se queman libros se acaban quemando también”. Heinrich Heine.
n la Alemania de hoy aún se conmemora la famosa quema de libros perpetrada por las Juventudes hitlerianas y los partidarios del Nacional-Socialismo, realizada la noche del 10 de Mayo de 1933 como reacción contra lo que los fanáticos denominaron “la gran purga intelectual” en contra de quienes, según ellos, atentaban “contra el espíritu alemán” (en este caso, obras de Sigmund Freud, Erich Maria Remarque, Albert Einstein y hasta del propio Karl Marx, entre otros autores).
La acción, que reunió a 70 mil seguidores resucitaba no solo el antisemitismo recetado por Martín Lutero en su pasquín De las mentiras de los judíos; también la quema en la hoguera de más de 100 mil mujeres acusadas falsamente de brujería durante el siglo XVI bajo la inquisición protestante en Alemania, cuyo espíritu de intolerancia asumía el mismo Hitler como “inspiración”, según sus propias palabras, en las páginas de Mi lucha.
Y aunque más de 70 años nos separan de las quemas en el Opernplatz de Berlín, pareciera que hay quienes quisieran llevarnos de vuelta, o viven aún en 1933.
En respuesta a las críticas de Mario Vargas Llosa — quien dijo que votar por Andrés Manuel López Obrador sería un suicidio para la democracia mexicana— la historiadora Carmen Bojórquez del Colegio de Sonora, propuso una quema de libros del Nobel de Literatura por emitir su opinión en contra de AMLO hace dos semanas.
De acuerdo con el diario La Crónica de Sonora—y con los comentarios de la