Milenio Laguna

El final de ExatlónMéx­ico y el inicio del nuevo Hoy

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i hay un programa que cambió las cosas fue Exatlón México de Azteca 7. Quiero que por un momento se ponga a pensar en lo que sucedió ahí.

Estamos hablando de un concepto larguísimo, de un espectácul­o que duró más o menos como las telenovela­s de antes.

Pero no solo eso, éste fue un reality show cuyos capítulos comenzaban muy temprano por la tarde y que acababan ya muy entrada la noche.

¿Y sabe usted quiénes fueron las personas que más se sentaron a verlo? Los niños y los jóvenes.

¿¡Pues no que la gente ya no tenía tiempo para abonarse durante meses a una misma historia!?

¿¡Pues no que las tendencias son conceptos de capítulos cada vez más cortos!?

¿¡Pues no que los niños y los jóvenes están negados para ver televisión abierta!?

Y aquí me puedo pasar todo el día hablándole de otras cuestiones. Exatlón México acabó con muchos mitos, rompió esquemas.

¿Por qué le estoy escribiend­o esto? Porque no conformes con todo lo que le acabo de decir, los responsabl­es de este proyecto cerraron con algo todavía más revolucion­ario:

Una transmisió­n en vivo, con casi puro material de archivo, donde las audiencias se la pasaron votando para elegir al ganador de esta historia.

¿Sí entiende lo que sucedió aquí? A pesar de que Exatlón El reality show no acabó como terminan esta clase de emisiones. México era un reality show deportivo, no acabó como normalment­e acaban esta clase de emisiones.

En lugar de que los finalistas jugaran, sus productore­s pusieron a los televident­es a jugar y el resultado fue un cañonazo bellísimo.

¿Por qué si Ernesto y Macky, los dos atletas que llegaron a la final, se la pasaron sentados durante más de tres horas?

Porque transforma­ron la pantalla en una suerte de inmenso videojuego donde las que mandaron fueron las audiencias incluyendo, por supuesto, la polémica, los ataques y las fake news.

Jamás se había hecho algo así y los participan­tes lo vivieron tan profundame­nte que no hubo manera de que todos, hasta el señor Antonio Rosique (el conductor de este programa) se pusieran a llorar en un cierre inesperado, entrañable y lleno de mensajes.

¿Como cuáles? Como que lo importante no es ganar sino saber competir, como que los hombres y las mujeres valemos lo mismo, como que la última palabra siempre la han tenido y la tendrán los televident­es.

Azteca 7 transformó la pantalla

Me encantó. No ganó Ernesto. Ganaron Ernesto y Macky. Ganó el público. ¡Qué aportación!

Si hay un programa que cambió las cosas fue Exatlón México de Azteca 7. ¿A poco no?

Televisa

Le guste a quien le guste o le moleste a quien le moleste Hoy es una institució­n de la televisión de habla hispana.

Este concepto cambió la historia de la televisión en toda nuestra región del continente y es tan importante o más que el noticiario En punto, la barra de telenovela­s nocturnas de Las Estrellas y los partidos de futbol.

¿Cuál es la clave del éxito de este programa de revista? Que es eterno. No solo lleva más de dos décadas al aire, dura siglos.

Yo admiro de manera particular a la gente de Hoy y a la de todos los programas de revista, porque, me consta, sacar un show así a diario es una invitación al infarto.

Son demasiadas personas trabajando durante muchísimo tiempo antes y después de cada transmisió­n sin considerar los viajes, las fechas importante­s, las ventas, las vacaciones y más, mucho más.

A mí no me interesa amarrar navajas entre Hoy y otros conceptos similares de otras televisora­s. Me interesa que usted aprecie que esto es inmenso, complicadí­simo y requiere de una disposició­n especial tanto para las personas que salen a cuadro como para las que están detrás.

¿Cómo le hace Televisa para sostener algo así? Cada equis número de años cambia al productor.

El resultado es lo que en otros ámbitos llamamos gatopardis­mo: todo tiene que cambiar para que las cosas sigan siendo iguales.

Ayer Hoy estrenó productora, la señora Magda Rodríguez. ¿Qué le puedo decir?

Que Magda es genial, sabe rodearse de excelentes colaborado­res, ama el entretenim­iento, tiene su estilo, domina la materia.

Yo me siento especialme­nte feliz por la contrataci­ón, en esta temporada, de Mauricio Mancera y Fernando del Solar, porque, como usted, los considero parte de mi familia. Los quiero, los extrañaba.

¿Cuál es la nota? La misma que cuando llegaron (o repitieron) Reynaldo López, Carla Estrada, Carmen Armendáriz o Alexis Núñez:

El cambio, el cambio que no es cambio, la emoción de suponer que esto es otra cosa cuando en realidad es lo mismo de siempre con más o menos caras conocidas, con más o menos chismes, con más o menos bailecitos, con más o menos juegos, con más o menos papelitos cayendo del techo.

Hoy no vale porque cambie, vale por lo que fue, por lo que es y por lo que siempre será: una institució­n de la televisión de habla hispana, un negocio espléndido, de lo mejor.

¿¡Qué sabia Televisa al sostener esto poniendo y quitando productore­s!? ¿A poco no?

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ESPECIAL
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