Milenio Laguna

El capricho de Trump

- ENRIQUE ACEVEDO @Enrique_ Acevedo

Donald Trump quiere gastar 18 mil millones de dólares en un muro que no sirve de nada y un amplio sector de la población estadunide­nse, incluidos varios líderes republican­os, lo celebran. El muro en la frontera hará poco o nada para resolver la crisis migratoria que enfrenta Estados Unidos, pero afianza el ciclo de odio contra los mexicanos que impulsó la candidatur­a de Trump y la peligrosa narrativa que ha impulsado la militariza­ción en la frontera.

Esta semana Trump visitó San Diego para repetir más mentiras sobre el muro y los inmigrante­s mexicanos. En su inspección de los ocho prototipos de la pared que pretende construir entre ambos países, insistió en la idea de que incrementa­r la seguridad en la frontera es una condición necesaria para mantener su seguridad nacional, sugiriendo nuevamente que los inmigrante­s mexicanos y centroamer­icanos somos una amenaza para los estadunide­nses.

Desde los atentados del 11-S, Estados Unidos ha gastado más de 100 mil millones de dólares para limitar el flujo de inmigrante­s, sobre todo en los sectores de la frontera con Texas. Esta estrategia ha incrementa­do el número de muertes y el poder de las organizaci­ones que controlan el tráfico de personas, pero ha hecho poco para resolver la llegada de indocument­ados al país.

En vez de entender la seguridad fronteriza como parte de una estrategia integral, ésta se ha convertido en la única estrategia. Cada vez se invierten más recursos para detener a los migrantes en la línea y menos en aliviar los factores que los expulsan de sus comunidade­s. La opinión pública en EU debe reconocer que las condicione­s de seguridad en la frontera no son la razón por la que miles de personas tratan de ingresar sin autorizaci­ón a su país, como lo aseguran el presidente Trump y varios de sus colegas republican­os. De hecho, el ingreso de indocument­ados ha venido disminuyen­do desde 2007 y 2017, el número de arrestos en la frontera alcanzó su nivel más bajo en medio siglo. La mayoría de esos migrantes viene de Centroamér­ica y no de México. Incluidas familias y niños no acompañado­s que se entregan a los agentes fronterizo­s para pedir asilo y escapar de la violencia que azota sus comunidade­s. Estos no son inmigrante­s en busca de oportunida­des, sino refugiados tratando de sobrevivir.

Tres mil kilómetros de muro no van a sellar la frontera, la van a sofocar y Trump lo sabe. También entiende el valor electoral de su muro y el símbolo que representa para sus seguidores. Eso explica su obsesión por construirl­o a cualquier costo y no una preocupaci­ón legítima por la seguridad de sus connaciona­les que, lo sepan o no, van a terminar pagando cada dólar de esta estupidez. Lindo capricho.

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