ALGO QUE VALE LA PENA CONTAR

“Las personas tranquilas y silenciosa s son las que tienen las mentes más fuertes y ruidos as ”. Stephen Hawking

Creo que si la primera obra que leí relacionada con la magia del universo, no hubiese sido escrita por Stephen Hawking, difícilmente en lo subsecuente me hubiese animado adentrarme en la complejidad de Penrose, Feynman y por supuesto, Einstein.

Un acierto más que debemos agradecer a Hawking, fue ese afán por hacer llegar a la mayor cantidad de gente posible, un tipo de conocimiento que con anterioridad ostentaba el uso exclusivo de los estudiosos en la materia. ¿Cómo lograrlo? La única manera fue a través de un lenguaje más allá del científico, uno que la mayoría lográramos comprender.

Cuando Hawking publicó en 1984 su primer libro no técnico, optó por una editorial que más allá de resultar la mejor oferta de las que aceptaron publicarle, se encontraba más orientada hacia el mercado popular, es decir, cumplía con el objetivo de que sus publicaciones pudieran encontrarse de manera accesible hasta en las terminales de autobuses o aeropuertos. La idea era transmitir una sensación de los avances realizados por la raza humana en la comprensión total de las leyes que gobiernan el universo. Nació así: “Una breve historia del tiempo, del Big Bang a los agujeros negros”, que logró permanecer en la lista de los más vendidos del New York Times durante 147 semanas y rompió el record de permanencia en la lista del “Times de Londres” con 237 semanas. El libro fue traducido a 40 idiomas y ha logrado vender más de 10 millones de ejemplares en todo el mundo. El éxito es sencillo dentro de lo complejo: Explicar los dos cuestionamientos fundamentales de la humanidad: ¿De dónde venimos y hacia dónde vamos? La posibilidad de descubrir una teoría completa unificada.

Hawking, consideró que resultaba necesario que las personas tuvieran conocimiento básico de la ciencia para poder tomar decisiones estando informados en un mundo cada vez más científico y tecnológico. Finalmente como el mismo decía: “El peor enemigo del conocimiento no es la ignorancia, sino la ilusión del conocimiento”.

Somos lo que hemos leído y esta es, palabra de lector.