Ayotzinapa, la ONU y la PGR
En toda la discusión, los dimes y diretes, las verdades y mentiras históricas o legales, hay un hecho incontrovertible. Aquella noche de septiembre de 2014, elementos de la policía de Iguala montaron un operativo que duró varias horas para aprehender a un grupo de estudiantes a los que después entregaron al crimen organizado. De este operativo, en algún momento tuvieron conocimiento elementos del Ejército y la Policía Federal destacados en la ciudad.
Entiendo que por los años que hemos vivido, por la normalización de la violencia, porque no esperamos nada de nuestros policías, se nos pueda escapar la gravedad del asunto: policías atrapando civiles para que sean asesinados por la delincuencia.
Este asunto, de este tamaño, cayó después en un sistema de procuración de justicia deteriorado, laberíntico, ineficaz, cuya principal técnica de investigación es la obtención de confesiones como sea.
Una vez más, todo esto, es en nuestra vida cotidiana, normal. Hemos interiorizado este desastre como la manera en que las cosas funcionan.
Y, por eso, cada vez que alguna organización internacional, que unos ojos ajenos a nuestra realidad miran lo que ha sucedido no pueden dejar de asombrarse.
Una muestra es el más reciente informe de la ONU:
“El hecho de que la mayoría de las causas penales relacionadas con los hechos del 26 y 27 de septiembre de 2014 están radicadas en el Juzgado Primero de Distrito en Materia de Procesos Penales Federales en Matamoros, Tamaulipas, genera importantes desafíos para el adecuado acceso a una defensa. Los defensores públicos que defienden a parte de los procesados en estas causas se encuentran, al igual que el juez, en la ciudad de Matamoros. Los procesados del caso Ayotzinapa se encuentran privados de libertad en cárceles federales en Jalisco, Morelos, Estado de México y Nayarit, entre otros. Al no tener los defensores públicos recursos para poder viajar a visitar a sus representados en sus respectivos centros de detención, los procesados solo han tenido acceso a sus defensores públicos mediante videoconferencias y por vía escrita”.
Hoy no hay un solo sentenciado por aquella noche.
Esto sucede en cientos y cientos de casos en México todos los días. A nadie le extraña. Y cada vez que el mundo le echa un ojo, se queda anonadado y la PGR sale a defender la atrofiada “normalidad”.