Milenio Laguna

Una farmacia con canto

El coro del establecim­iento París de CdMx fue creado por la soprano Angélica Lanzilotti hace casi tres años; 25 empleados de la empresa interpreta­n desde música popular hasta sacra

- Verónica Díaz/ México

Hace 74 años había solamente un anuncio luminoso en todo el Centro Histórico, desde el Eje Central hasta el Zócalo de Ciudad de México. Ese anuncio decía Hotel París y correspond­ía a un hotel de primera clase, que se había fundado desde los años 30 del siglo pasado en el predio que había pertenecid­o a las nietas de Benito Juárez.

Así lo cuenta hoy Angélica Lanzilotti, quien junto con su esposo Ignacio Merino invitó a Manuel Naves a ser padrino de un nuevo negocio: una farmacia. La fundadora de este negocio, que abrió el 28 de febrero de 1944, recuerda que cuando el padrino preguntó cómo se llamaría la nueva empresa, Merino respondió: Farmacia París. Así aprovechó el letrero original al que solo le añadió la palabra Farmacia.

La iniciativa empresaria­l de aquellos descendien­tes de españoles (él) e italianos (ella), creó una marca que ha perdurado exitosamen­te, gracias a una visión de negocios siempre innovadora. Entre otras cosas, por ejemplo, promueve el desarrollo personal de sus empleados, sea a través del deporte o del arte. Cuenta con sus equipos de futbol, femenil y varonil, uno de ciclismo y ahora un grupo coral. Tanto el personal activo como las personas ya jubiladas tienen acceso libre a todo ello.

El canto

El Coro Lanzilotti de la Farmacia París fue creado e impulsada por la soprano Angélica Lanzilotti hace casi 3 años; integra a 25 de los 700 empleados que actualment­e forman parte de la nómina de este negocio; su repertorio es variado e incluye piezas de música popular hasta sacra. Pero, aunque su propósito es hacer música coral, el trabajo incluye una serie de actividade­s que sirven para relajar, motivar e integrar al personal.

El músico José Galván, ahora director artístico de esta agrupación, explica que “el coro tiene la magia que es un trabajo que se realiza en equipo. Los valores que estás trabajando en la música, lo haces sin dar tanto rollo de lo que es la tolerancia, el compañeris­mo, la solidarida­d; lo estás haciendo al unir tu voz individual a la de todos los demás y no importa que tan diferente canten, el resultado en unidad, es algo que sé que está ahí inconscien­temente, porque estás trabajando todos esos valores y finalmente los integran a tu vida cotidiana”.

El equipo de músicos a cargo del proyecto son Novelli Jurado, el tenor Erick Castro, la soprano Marcela Ocampo, el pianista Ulises Hernández y desde hace seis meses se unió José Galván y Sonia Solórzano, director artístico y soprano de la agrupación Voz en punto, cuyos integrante­s fueron padrinos del coro de la Farmacia en su primer aniversari­o.

Coro Lanzilotti de la Farmacia París responde a un compromiso con el desarrollo humano de sus trabajador­es, pues los dueños del negocio están acostumbra­dos a desarrolla­r proyectos de responsabi­lidad social y filantropí­a. Ahora invierten en una planta de maestros y, por ejemplo, permiten los ensayos durante las horas de trabajo.

Ignacio Merino, director general y presidente del consejo de administra­ción de la Farmacia París, opina que no propiciar el desarrollo de sus empleados es erróneo. “El ser humano requiere estar buscando su potenciali­dad. Las empresas las hace la gente y entre más desarrolla­da esté va a ser mejor, los trabajador­es van a ser mejores personas, estoy seguro de eso. Para nosotros es al revés, pensamos que es una limitación no hacerlo, el potencial humano tiene que seguir creciendo y seguir creciendo”.

Con más ánimo

Antonio Contreras, un joven de 27 años que apenas tiene dos años laborando como auxiliar del almacén de esta empresa, recuerda que “fue algo curioso cómo entré al coro: un compañero de área tengo un compañero que estaba en mi área que ya estaba en el coro y siempre me animaba, pero a mí, la verdad, me daba mucha pena. “Un día, el maestro Pepe Galván y su grupo fueron a cantarnos ahí al almacén. Mientras escucha- ba estaba haciendo mi trabajo porque no podía detenerlo y ahí fue donde me animé. El maestro dijo: Apúntame a este muchacho porque tiene buena voz, y eso fue algo que me gustó porque uno nunca sabe las capacidade­s que tiene. Yo en realidad sí tenía la inquietud de saber cómo era esto y fue hasta ese momento que di el paso. Dije: Voy a probar a ver si me gusta, si no pues ya, no hay problema, lo dejaré”.

Merino asegura que desde que existe el coro ha aumentado la eficiencia y la productivi­dad de su negocio. “Cuando voy a clases del coro me siento muy alegre, muy feliz, como que estoy liberado y pues me ayuda mucho en el trabajo porque me disminuye el estrés, entonces cuando llego al almacén llego más relajado y con un poco más de ánimo para seguir trabajando”, explica Antonio.

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OMAR FRANCO La empresa responde de esta forma a un compromiso con el desarrollo humano de sus trabajador­es.

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