“Heliogábalo, Tiberio y Cómodo”
Uno de los personajes es un hombre de 89 años, llamado Heliogábalo Prirurris, conocido por abandonarse durante 79 años “a los placeres (del poder) más groseros y a una furia sin control”.
En el 2000 se encontró con dos compadres de juerga, ahora incondicionales: Tiberio Panini y Cómodo Perduchis. Los mexicanos los confunden por parecer hermanos de sangre. Hablan igual, prometen sin cumplir; y hasta ganan elecciones con los mismo trucos monetarios.
En banquete iniciado el 2000, los 3 han degustado manjares como “higos africanos, vulvas de cochinilla, tetillas de cerda, jabatos empanados, sesada de faisán, hígados de caballa, testículos de cabrito…”. Después de los alimentos ligeros, comieron los siete platos; y hasta hoy, continúan apenas en la borrachera protocolaria.
53.4 millones de pobres, el 43.6 de la población, pululan hambrientos alrededor de su palacete por las sobras de comida arrojadas por sus sirvientes.
Mientras, los 3 Emperadores rién a carcajadas, emiten gases, eructan y acuden al “vomitarium” para dar espacio a comida y los postres.
Nada los distrae de su festín de poder y riqueza ilimitadas. Ni “las niñas de la obscena Gades agitando sus lascivas curvas en ese dócil contoneo que provoca quemazones; ni la flauta del pequeño Cóndilo”.
¿Cómo distraerse? Si entre risas se tragaron la transición a la democracia apuntalada por una participación ciudadana decisiva; y la regurgitaron como alternancia electoral. Entre gases dilataron las reformas estructurales y cuando aparecieron predominó su amasiato con las clases económicas del país. No el interés de las grandes mayorías. Entre eructos se engulleron “lo ciudadano” y “lo independiente” para fusionarlo con lo partidista. Entre vómitos se enriquecieron con sus amigos empresarios e hicieron de México el país más corrupto de la OCDE y el 135 de 180 a nivel mundial.
Este 29 de marzo, sin embargo, los 3 están listos de nuevo para pedir el voto del hambre física, emocional, intelectual e histórica de los mexicanos. Para tragárselos, claro, otra vez.
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