Milenio Laguna

Aliados exigían a teutones firmaran el “Tratado de Paz”

Las reuniones seguían en Versalles y los documentos redactados por el Supremo Consejo aliado le fueron entregados al barón Von Lersner, jefe de la delegación germana, elpobre

- Cecilia Rojas

Los alemanes habían pedido que les entregaran a los prisionero­s germánicos o súbditos de Alemania que estuvieran acusados de violacione­s contra las leyes internacio­nales de guerra. Estaban además analizando como les iba a ir con la economía al pagar todos los daños que causaron en Scapa Flow. Caro.

Se desmentían además rumores que aseguraban que los alemanes habían establecid­o un embargo secreto sobre las mercancías de los aliados, según esto para que la depreciaci­ón de los marcos se detuviera. Pero si se confirmó que los alemanes tomaban medidas para evitar el contraband­o y además, no podían darse el lujo de importar objetos de lujo, y tanto que les gustaban.

Al senador gringo Fall lo cacharon en la mentira. Le había entregado a su presidente Wilson unas presuntas cartas que se había escrito con Venustiano Carranza, y que tenían contenidos adecuados para favorecer la invasión. Pero pues resulta que esas cartas de don Venus eran apócrifas.

Circulaban alarmantes informes en Veracruz, porque se dijo que el cónsul gringo en el puerto había recibido la orden de regresarse pero de volón a su país. Ya muchos andaban con el pendiente. Pero cuando le fueron a preguntar al cónsul, este lo negó. Se prometió castigo para los chismosos.

Y nosotros nos seguíamos peleando mexicanos contra mexicanos. Se informó que a los rebeldes indios yaquis se les derrotó en Bacatete, Sonora. Y eso que eran como 300. Ese logro fue del mayor Benito González y sus gentes.

Acá con nosotros se descubrió que los del ayuntamien­to de Torreón tuvieron una sesión extraordin­aria para ver de dónde rayos estaba saliendo toda la informació­n sobre el mismo ayuntamien­to, que salía a la luz en las páginas de La Opinión. Así que la sesión terminó en zafarranch­o y al final acordaron hacer lo posible por ver donde tenían ponchada la llanta y se les salía el aire.

Eduardo Guerra ahora es considerad­o un personaje muy diferente de lo que era entonces. Le decían el “taparrabo municipal”, y se sintió sociólogo así que escribió un editorial intitulado “Los poderes centrales” acusándolo­s de hacer chanchullo­s, se desató en denuestos, desahogos y se mordió la lengua, porque más o menos así andaba la cosa por acá.

Pero en todos lados se cuecen habas. La Cía. de Luz de Monterrey amagó con cortar el servicio porque les debía el ayuntamien­to 86 mil pesos. Si no pagaban para el día 13 de diciembre, o sea ese mismo día les darían el cortón. Para dilucidar el asunto, se reunieron los ediles.

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