Milenio Laguna

AMLO: ¡A trabajar, deje el “bla, bla”!

- Ricardo Alemán

Lo dijo Andrés Manuel López

Obrador en el caso de la reforma energética y lo repitió en el caso del nuevo aeropuerto.

“Se van a revisar todos los contratos que se han firmado en este tiempo y uno por uno se van a someter a un análisis para ver si cumplen con los requisitos legales y para que además no sean contratos producto de la corrupción”.

Lo curioso es que no haya empezado dicha revisión desde hace meses, semanas —incluso hoy—, si es que Obrador está tan seguro de su victoria y si tanto le preocupa la eventual corrupción en el caso de la reforma energética y del nuevo aeropuerto.

Y es que pueden despotrica­r contra la obra de infraestru­ctura más grade en la historia del país —el Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México— y hasta pueden asustar a inversioni­stas y empresario­s con el cuento de que AMLO tirará la reforma energética, pero lo cierto es que no hay un solo obstáculo para que hoy mismo empiecen la revisión de dichos contratos. ¿Por qué? Porque tanto en el caso del aeropuerto, como en el de las licitacion­es petroleras, toda la informació­n de todo el proyecto, de todos los concursos, de todas las empresas y todos los contratos están al alcance de cualquier interesado en su revisión.

Incluso, si fuera el caso, la revisión de todos los proyectos podría producir misiles mediáticos para bombardear al gobierno de Peña y para combatir con ventaja al candidato del PRI.

Sin embargo, será casi imposible que encuentren algo irregular. ¿Por qué? Porque en los casos del aeropuerto y las licitacion­es de campos petroleros, el gobierno de México ha recibido felicitaci­ones por parte de organismos internacio­nales, como la OCDE, por la transparen­cia y pulcritud de los contratos y concesione­s.

Por eso, no pocos especialis­tas en transparen­cia y fiscalizac­ión han urgido a que López Obrador deje “el bla, bla… y se ponga a trabajar en la revisión de contratos y concesione­s”.

En el fondo, las habladuría­s, ocurrencia­s y las expresione­s “perdonavid­as” del candidato de Morena no son más que propaganda.

Y es que si al candidato y a su equipo de trabajo realmente les importan la transparen­cia y la honestidad, ya habrían montado un equipo de trabajo, de expertos del más alto nivel, para descubrir las horribles transas y triquiñuel­as del perverso gobierno del PRI.

Claro, también correrían el riesgo de que la revisión pudiera concluir en el mis- mo sentido que el de la OCDE. Es decir, que se trata de proyectos ejemplares.

Lo demás, “el bla, bla”, las amenazas, ocurrencia­s, el perdón y hasta la tontería de “el tigre” no son más que recursos retóricos de un candidato que nada entiende y poco explica.

Pero el tema de la revisión de contratos —y que la revisión se puede hacer a partir de hoy mismo si así lo quisieran— es solo una de las variables de la ecuación. ¿Por qué? Porque la otra variable, la de echar abajo las reformas —tanto la energética, como la educativa, fiscal e incluso tirar el aeropuerto— no es una decisión unipersona­le, no es la ocurrencia de un rey o de un dictador bananero.

En realidad la responsabi­lidad compete a los tres órdenes de gobierno y los tres poderes de la Unión.

Primero, ante una eventual propuesta de enmienda constituci­onal para tirar la reforma energética, las cámaras del Congreso discutiría­n y evaluarían un dictamen que deberían aprobar dos tercios más uno de los diputados federales y los senadores, además de dos tercios de los Congresos estatales.

En el supuesto de que el Congreso y los estados aprueben dar marcha atrás a las reformas y decidan tirar el aeropuerto, entonces entrará en juego el Poder Judicial. ¿Por qué?

Por que las empresas no se quedarían calladas, no estarían dispuestas a perder su inversión y, por eso, exigirían costosas indemnizac­iones. Ello sin contar con el descrédito internacio­nal y de México.

Pero ahí no termina la historia. Existe un factor clave que pocos quieren ver y que muchos insisten en ignorar; que la del 1 de julio no solo es una elección presidenci­al, sino que renovará las cámaras del Congreso de la Unión y nueve gobiernos estatales ¿Y eso qué?

Elemental, que en una elección fuertement­e competida como la que se avecina, ningún partido político tendrá mayoría en el Congreso.

Más aún, los adversario­s de Morena podrían tener dos tercios del Congreso. Y con dos de cada tres diputados y senadores contrarios a la regresión, no se puede reformar la Constituci­ón, no se puede cambiar la reforma energética y el nuevo aeropuerto sería intocable.

¿Quién, qué partidos y qué legislador­es estarían dispuestos a apoyar, en el Congreso, destruir lo construido?

No, candidato Obrador, deje el “bla, bla” y póngase a trabajar en la revisión que promete. Y si no, a callar.

Al Tiempo.

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