Milenio Laguna

EVANGELIO APÓCRIFO DE SAN LUCAS

San Lucas se puso más ídem después de visitar los viñedos de San Marcos y confesó que Jesús le puso tremendo susto a los Apóstoles al resucitar, testimonio que quedó relegado a los Evangelios Apócrifos; aquí les pasamos su testimonio

- LA RESURRECCI­ÓN (SL 35. 1-6)

Estando todos af ligidos por la muerte del maestro, nos reunimos en la taberna Las Glorias de Barrabás, libando buen vino de Persia, hasta que recuperamo­s el ánimo y bailamos el “Hava Naguila Hava”, cuando de pronto, San Mateo (¡alabado sea!) se percató de que nuestro señor Jesucristo habíase unido al desmadre, bailando entre San Andrés y San Pablo (¡ennoblecid­os sean sus nombres!), vivito y coleando.

Nos apartamos de él, presos de temor, puesto que hasta entonces (salvo Lázaro, ¡alabado sea!) no teníamos noticia de difunto alguno que volviera a la vida, sin que mediara un milagro de Nuestro Señor.

San Bartolomé (¡bendito sea!) le jaló la nariz para verificar si era falsa, pues muchos fi listeos tenían por costumbre disfrazars­e para colarse a las reuniones de las demás tribus y bailar y beber gratis.

Jesús nos dijo: “¿Por qué os espantáis de mí? Antes de mi muerte clarito les dije que resucitarí­a”. Santiago el niño (¡alabado sea!) respondió: “Eso dicen todos los condenados a muerte cuando han bebido más de dos litros de vino”. “¡Quien cree en mí, tiene la vida eter- na!”, dijo y trató de besarle, más nuestro hermano salió corriendo: “¡Atrás! ¡Me han dicho que cuando desparecis­teis 30 años no fuisteis a Egipto, sino a Haití tierra de zombis, muertos vivientes que contagian su enfermedad al devorar cerebros ajenos!”.

Jesús extendió sus brazos hacia él: “¡Basta de tonterías, hermano, y dadme un abrazo!”, pero Santiago se apartó horrorizad­o: “A mí no me engañáis, clarito os echaisteis de cabeza con la parábola de ésteesmicu­erpoyéstae­smisangre. ¡Vuestro plan es que nos devoremos los unos a los otros!”.

Jesús se dirigió al resto de los Apóstoles: “No seáis tontos y permitidme que los abrace y bese”, hasta que Judas (¡bendito sea!) lo desmayó, golpeando su cráneo con un palo, y luego se dirigió a todos:

“Yo lo vendí por 30 monedas de plata; si vive, voy a revenderlo por un tanto igual; esperadme aquí, e invito otra ronda. Voy por los romanos, si se despierta, dadle más vino de Persia y ponedle bien persa; orita vengo”.

Y así fue como recibimos la resurrecci­ón, hasta que nos convencimo­s de su palabra y seguimos bebiendo y bailando y San Pedro puso la primera piedra (que todo mundo sabe consiste en tequila con anís y un chorrito de fernet).

 ?? ESPECIAL ??
ESPECIAL

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico