Los 90 días de Andrés Manuel López Obrador
Ya tendrán tiempo de pelearse los encuestadores y sus críticos sobre cuál es el sondeo más preciso, el que hay que seguir en estos 90 días, cuál de ellos sí ha aprendido de los errores del pasado.
Lo que nadie podrá discutir es que esta campaña arranca con una cómoda ventaja para el candidato de la coalición Juntos Haremos Historia.
En ninguno de sus intentos anteriores, Andrés Manuel López Obrador había arrancado con tal ventaja y desde hace tanto tiempo. A diferencia de las otras dos ocasiones en que compitió, sobre todo hace seis años, sus “negativos” están en los niveles más bajos. Ha construido un partido y una estructura de movilización a su medida. Lleva tantos años en esto que será difícil encontrar alguna inconsistencia en su discurso. Uno puede estar en absoluto desacuerdo con lo que propone, pero lo que dice hoy es similar a lo que ha dicho y propuesto desde hace muchos años.
También, a diferencia de 2006 o 2012, ha sido él quien ha puesto la narrativa de esta precampaña, mientras sus adversarios, aún lejos, se la han pasado discutiendo entre ellos.
No deja de ser curioso que José Antonio Meade, Ricardo Anaya, Margarita Zavala y sus equipos de campaña se hayan olvidado de quien hasta ahora les lleva la delantera. La ventaja es de tal tamaño, que habrá que ver si tienen tiempo para reducirla.
Es cierto que faltan 90 días y que pueden pasar muchas cosas, como insisten sus adversarios y quienes no quieren que López Obrador llegue a la Presidencia, y es cierto que faltan tres debates, es cierto también que podemos esperar, sobre todo del PRI, algún ataque coordinado a la manera en que hicieron contra Anaya en la intercampaña, esto último es tal vez a lo que más temen algunos de los cercanos a López Obrador: cómo va a reaccionar frente a una embestida de guerra sucia.
Creo, sin embargo, que el mayor reto para Andrés Manuel en estos tres meses es si la inercia acumulada como el candidato antisistema es suficiente frente al nuevo López Obrador que predica una suerte de amnistía para el priismo. Si en este ambiente anti-Peña y antiestatuquo, alguno de sus contrincantes le puede arrebatar la bandera del cambio “verdadero” con el que por años ha construido esta candidatura que, hasta hoy, lo tiene a 90 días de convertirlo en el próximo presidente.