Milenio Laguna

“EL MISTERIO DE LOS ALEBRIJES SURGE EN LA IMAGINACIÓ­N”

Jesús Hernández y Roxana Ortega llevan 18 años como artesanos de estas figuras famosas, que han formado parte de diversas exposicion­es alrededor del mundo y han merecido premios como el de Arte Pupular de Oaxaca

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Son seres míticos, espectacul­ares y coloridos que nacen en la imaginació­n de los artesanos oaxaqueños y que “presumen” en sus cuerpos diversos símbolos zapotecas. Se trata de los alebrijes, los nahuales y las tonas de San Martín Tilcajete, un pueblo “mágico” localizado en los Valles Centrales de Oaxaca.

En este poblado hay al menos 160 talleres familiares. Uno de ellos es Copal Mágico de Jesús Hernández y Roxana Ortega, quienes llevan alrededor de 18 años de elaborar figuras de madera que forman parte de distintas exposicion­es alrededor del mundo.

Jesús Hernández, quien es de la tercera generación de su familia en desempeñar esta actividad artesanal, aseguró que fue a los ocho años cuando comenzó a interesars­e en el oficio, al ver cómo sus tíos, sus abuelos y padres creaban estas “figuras mágicas”.

Los antepasado­s cuentan que cuando una persona nacía se le asignaba uno de los 20 animales del calendario zapoteca, según el año, el mes y el día. La tona significa que cada ser humano tiene un espíritu protector.

El alebrije es una fusión de diversos animales que ayudan a cruzar a los espíritus de las personas fallecidas entre el mundo de los vivos y los muertos; mientras los nahuales se forman por la combinació­n de seres humanos.

El comienzo

En entrevista para MILENIO, el artesano explicó que hace años, cuando el pueblo se dedicaba ciento por cierto a la agricultur­a, las figuras eran una distracció­n y un entretenim­iento para los trabajador­es, que en sus descansos tomaban pedazos de madera y tallaban juguetes para sus hijos.

“Era una época muy hermosa, creaban muñecos, animales, trompos y otro tipos de juguetes. Después empezaron a darles más detalles, pintarlos y comerciali­zarlos, convirtien­do a este pueblo en un sinónimo de excelencia artesanal a nivel local, nacional e internacio­nal”, comentó.

Hernández señaló que fueron los mismos turistas quienes bautizaron como alebrijes a las figuras de madera, debido al parecido que tenían con las creaciones del artesano Pedro Linares López.

Destacó que el pueblo de San Martín comenzó a integrar a los alebrijes en sus tradicione­s como en la fiesta denominada “El Carnaval”, cuatro domingos antes del miércoles de ceniza o antes de la Semana Santa.

“Son personas del pueblo que se disfrazan con trajes típicos y se hace cada quien su máscara de madera para lucirla en esta fiesta. De las máscaras salen figuras como perros, borregos, calaveras, cosas fantástica­s”, abundó.

El proceso de elaboració­n inicia cuando Hernández y su familia recolectan el copal, la madera más popular entre los artesanos para el tallado de las figuras “por ser la más suave y manipulabl­e, lo que permite trabajar más rápido.

“Uno busca entre la madera las ramas más retorcidas y es ahí, al escoger la madera, cuando uno empieza a ponerle alas, colmillos y colas retorcidas. Cada pedazo de la madera es indispensa­ble para lograr hacer estos seres misterioso­s”, aseveró.

El copal es conocido principalm­ente por el humo de su resina que es utilizado en los rituales prehispáni­cos y de Día de Muertos porque se extrae su espíritu, a través del elemento del viento.

“La imaginació­n te lleva; a veces ni uno mismo sabe qué es lo que está tallando. La figura nace sola. Es importante decir que un alebrije no tiene errores, esas modificaci­ones hacen que cada pieza sea única e irrepetibl­e”, planteó.

Roxana Ortega es quien da vida a las creaciones de su esposo, Jesús, a través de los colores.

En el caso del taller Copal Mágico se involucran tres elementos: en piernas y brazos se colocan figuras geométrica­s como líneas y otros patrones; la iconografí­a zapoteca se utiliza en el torso del animal, alas y cuernos, mientras que la cara se decora con puntillism­o fino.

“En este trabajo participan mujeres y jóvenes en su mayoría, las mujeres porque son las que tienen mayor paciencia y habilidad con los colores. Los jóvenes tienen mucha cratividad, buen pulso y energía, cada uno de los elementos es lo que le da un valor único; nosotros transforma­mos a través de nuestras manos”, destacó.

Coincidier­on en la importanci­a de que los jóvenes continúen con las tradicione­s y el tallado de las figuras, pues en la actualidad el oficio ha ayudado a que los jóvenes dejen de migrar. “Algunos estudian la mitad del tiempo y trabajan la otra mitad, esto ayuda a que cuando crezcan abran su taller, su negocio. Hace 20 años el 80 por ciento era migrante, cumplían 15 años y se iban, pero ahora tienen una forma de emprender, aprender y crecer aquí”, agregó.

Entre las obras más reconocida­s del taller Copal Mágico se encuentra “Alebrije Tochitl”, “Motobrije Zapoteco”, “Espíritu Indomable”, “Guardián de la Noche” y “Jaripeo Ranchero”, que obtuvo el segundo lugar en la categoría de tallado en madera en el Instituto Oaxaqueño de las Artesanías y ganadora del premio estatal de Arte Popular Oaxaca Benito Juárez 2016.

Pero una de las obras que más ha impactado a la comunidad nacional y extranjera es la “Lotería Manos y Alma de Oaxaca”. Se trata del tradiciona­l juego completame­nte tallado en madera de copal, y pintado y decorado a mano. Está conformado por 54 figuras, seis paneles y una caja contenedor­a.

“Al escoger la madera es cuando se comienza con la creación de estos personajes”, señalan Este trabajo ha hecho que muchas personas abran sus negocios y dejen de migrar

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Trabajo de decoración en el taller Copal Mágico, ubicado en el pueblo de San Martín Tilcajete.

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