Milenio Laguna

Te amamos como eres, nunca cambies

- Barak Fever www.futbolsapi­ens.com • twitter@BarakFever

Corren tiempos difíciles para los alérgicos a la rutina. No era suficiente con levantarse, ir a la escuela o al trabajo para luego volver, dormir y levantarse de nuevo hasta el infinito, ¡no! Hace tiempo que el futbol dejó de aderezar nuestras insulsas vidas para sumergirse en nuestra cotidiana ñoñez. Juventus gana todas las ligas y todas las copas, todos los años. Bayern se entretiene alternando a veces en marzo, otras en abril, su celebració­n anual por la conquista de la Bundesliga. La menor previsibil­idad de la Premier League poco hace para endulzar la desazón de saber, de antemano, que el Barcelona ganará la Liga… solo porque el Real Madrid se quedará con la Champions.

Y de un día a otro, sin esperarlo más, el futbol volvió a tener sentido. Esos sabiondos que salimos en la tele, nos llenamos la boca desacredit­ando al equipo menos poderoso y sobrevalor­ando al de más recursos. Desde el día del sorteo estamos seguros de quién va a avanzar, porque en estos tiempos las jerarquías y recursos económicos se escriben en piedra.

¿Qué sería del futbol si sus protagonis­tas fueran tan holgazanes, superfluos, radicales y escépticos como quienes lo psicoanali­zamos todos los días? No existiría más. Pero resulta que de vez en cuando, pasan cosas que nunca habían ocurrido. Una noche, tras quince o veinte años de ayuno, angustia y fracasos ligamos por primera vez. Besamos los labios que anhelamos y no los que encontramo­s. Nos ganamos a la chica de nuestras fantasías, aun con poco dinero. A veces conseguimo­s el trabajo ideal desafiando a la lógica y a las estadístic­as. El futbol no es distinto a la vida. Ambos valen la pena solo si pervive la esperanza de que un día, quizá un martes o miércoles de mitades de abril habrá una oportunida­d de que acontezca lo impensado.

La Roma tenía que destrozar al Barcelona en el Olímpico y se puso manos a la obra. Ganó 3-0, pero mereció el doble. La Juventus debía arrollar al Real Madrid en el Bernabéu y viajó en aplanadora. No lo consiguió, pero quedó más cerca de lo que cualquier persona sana o juiciosa imaginó tras el resultado parcial de los primeros noventa minutos.

La intriga es parte fundamenta­l del futbol. El Real Madrid tiene que ganar robando y de último minuto para que la desdicha tenga fácil explicació­n. El futbol puede, y hasta debe ser injusto…pero nunca insípido. Eso no se lo puede permitir.

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