Candidatos: ¿van por la seguridad sin guerra?
El primer debate de candidatos presidenciales arranca en un contexto de discusiones superfluas, los referentes de diferenciación de perfiles se han estancado en la defensa o rechazo a íconos de obra pública colosal, señalamientos a contrincantes con pruebas endebles, reedición de nauseabundas campañas de miedo y polarización de discursos que evaden abordar a detalle lo que más preocupa a la ciudadanía: la seguridad.
Nos han hecho falta propuestas frontales de cara a la violencia escalada y dramática que vive hoy el país. De acuerdo con el Índice de Paz México 2018 publicado por el Instituto de Economía y Paz, “en 2017, 25 de 32 estados experimentaron un deterioro del nivel de paz, afectando los hogares y lugares de origen de más de 100 millones de personas. La tasa nacional de delitos con violencia subió 15% el año pasado, con incrementos en los asaltos, los robos y la violencia sexual. La tasa mensual de violencia en la familia escaló 32% en los últimos tres años. Puesto que la violencia doméstica y la violencia fuera del hogar van de la mano, los tiroteos en las calles ya no son el único problema de paz en México”.
El nuevo formato que tendrá el debate abre un resquicio esperanzador para que se coloquen ideas y compromisos que realmente expongan lo que los candidatos pretenden implementar en materia de seguridad. ¿Alguno de ellos estará dispuesto a mostrar sus verdaderas intenciones? ¿Conseguirá alguno posicionar la idea de que la seguridad no puede ser sostenida con una guerra sin que esto sea interpretado como una afrenta a las fuerzas armadas? ¿Jugarán con retórica para no decir con toda claridad que la estrategia sostenida hasta ahora ha sido fallida y sangrienta?
#Seguridad sin guerra ha colocado algunas preguntas sobre las que los equipos de los candidatos deberían estar trabajando en estos momentos: ¿Reconocen que la guerra contra el crimen organizado ha dado resultados devastadores? ¿Respaldarían o rechazarían la Ley de Seguridad Interior? ¿Qué proponen en materia de desarrollo policial federal y a escala nacional? ¿Cómo trabajarán frente al crimen organizado? ¿Están a favor de permitir que las fuerzas armadas tengan acceso a cualquier información personal sin una orden judicial que lo autorice? ¿Cómo imaginan el retiro progresivo y articulado de las fuerzas armadas de zonas en ciertas regiones del país?
La posibilidad de reconstruir la estrategia de seguridad pública atraviesa necesariamente por el reconocimiento de que lo que se implementó en el pasado ha costado miles de vidas, ha resquebrajado el tejido social y ha incrementado la desconfianza en las instituciones de procuración de justicia. Sería muy refrescante escuchar que alguno abordara la urgencia de replantear una estrategia pacífica de seguridad sostenida en una Policía Federal eficaz y acompañada por una fiscalía general eficiente e independiente.