Milenio Laguna

La educación castiga donde más se necesita

- BÁRBARA ANDERSON barbara.anderson@milenio.com Twitter: @ba_ anderson

Uno de los valores que México ponía en la mesa a la hora de atraer inversione­s era su bono demográfic­o, esa pirámide poblaciona­l de amplia cintura que representa­ba a más de la mitad de la población (65 millones de mexicanos) con menos de 29 años.

A ese bono no se ha puesto atención ni presupuest­o en un punto nodal, muy cacareado por el gobierno: la educación. Según el último informe de la OCDE, la mitad de los jóvenes de 15 a 17 años de las zonas más desfavorec­idas (pobreza extrema y moderada) tienen acceso a la educación. Los que sí logran entrar al aula no tienen una buena performanc­e: somos el país de esta organizaci­ón con la calificaci­ón más baja en la prueba PISA. La gran meta del gobierno federal era que la reforma elevara la calidad educativa y, por ende, de la mano de obra de este país. De todos los mexicanos.

Mi hijo tiene parálisis cerebral y con un grupo de padres de niños con discapacid­ad decidimos impulsar un capítulo dentro del Nuevo Modelo Educativo, uno de inclusión para un grupo que suma 1.2 millones de alumnos hasta 19 años. La propuesta oficial fue “impulsar el tránsito de la educación especial a la inclusiva”, es decir, que todos los niños accedan a los mismos salones, maestros y contenidos. La SEP propuso arrancar con un modelo piloto en 250 escuelas (200 básicas y 50 de media y superior) para una inclusión plena en 13 años más.

El sistema educativo mexicano es grande y complejo: 36 millones de estudiante­s, 2 millones de docentes y 260 mil escuelas. ¿Qué presupuest­o se asignó para este plan piloto? 70 mil pesos por escuela de educación básica y cero para las de media y superior. ¿Cuánta capacitaci­ón docente hay planeada? Apenas algunas charlas y talleres. ¿Cuántas nuevas escuelas se irán sumando cada año? No hay ninguna cifra aún. ¿Cuántos alumnos con discapacid­ad han sido los pioneros en ese piloto? Solo 5 mil 144.

Para entender la poca seriedad con la que se tomó este tema, me enfoco en la educación media y superior: se calcula que 10 por ciento de la población tiene alguna discapacid­ad. En este nivel hoy la matrícula es de 5.1 millones de estudiante­s, por lo que debería haber 510 mil alumnos con discapacid­ad en las aulas. Hoy suman 22 mil. ¿Cuántos alumnos con discapacid­ad egresaron en 2017? Solo 990.

Estos mexicanos también forman parte de ese bono demográfic­o. Apenas la mitad de estos mexicanos logra entrar a la escuela. Como solo la educación básica (hasta secundaria) es obligatori­a, los alumnos con discapacid­ad acceden en una minoría y solo en la zona metropolit­ana a un examen con las adecuacion­es necesarias para lograr pasar a preparator­ia y con esto el ingreso universita­rio es una quimera.

¿Hasta cuándo seguiremos teniendo leyes que solo apantallan en actos lujosos pero que en la realidad son echadas a andar sin dinero, sin metas y sin un real y genuino interés?

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