La educación castiga donde más se necesita
Uno de los valores que México ponía en la mesa a la hora de atraer inversiones era su bono demográfico, esa pirámide poblacional de amplia cintura que representaba a más de la mitad de la población (65 millones de mexicanos) con menos de 29 años.
A ese bono no se ha puesto atención ni presupuesto en un punto nodal, muy cacareado por el gobierno: la educación. Según el último informe de la OCDE, la mitad de los jóvenes de 15 a 17 años de las zonas más desfavorecidas (pobreza extrema y moderada) tienen acceso a la educación. Los que sí logran entrar al aula no tienen una buena performance: somos el país de esta organización con la calificación más baja en la prueba PISA. La gran meta del gobierno federal era que la reforma elevara la calidad educativa y, por ende, de la mano de obra de este país. De todos los mexicanos.
Mi hijo tiene parálisis cerebral y con un grupo de padres de niños con discapacidad decidimos impulsar un capítulo dentro del Nuevo Modelo Educativo, uno de inclusión para un grupo que suma 1.2 millones de alumnos hasta 19 años. La propuesta oficial fue “impulsar el tránsito de la educación especial a la inclusiva”, es decir, que todos los niños accedan a los mismos salones, maestros y contenidos. La SEP propuso arrancar con un modelo piloto en 250 escuelas (200 básicas y 50 de media y superior) para una inclusión plena en 13 años más.
El sistema educativo mexicano es grande y complejo: 36 millones de estudiantes, 2 millones de docentes y 260 mil escuelas. ¿Qué presupuesto se asignó para este plan piloto? 70 mil pesos por escuela de educación básica y cero para las de media y superior. ¿Cuánta capacitación docente hay planeada? Apenas algunas charlas y talleres. ¿Cuántas nuevas escuelas se irán sumando cada año? No hay ninguna cifra aún. ¿Cuántos alumnos con discapacidad han sido los pioneros en ese piloto? Solo 5 mil 144.
Para entender la poca seriedad con la que se tomó este tema, me enfoco en la educación media y superior: se calcula que 10 por ciento de la población tiene alguna discapacidad. En este nivel hoy la matrícula es de 5.1 millones de estudiantes, por lo que debería haber 510 mil alumnos con discapacidad en las aulas. Hoy suman 22 mil. ¿Cuántos alumnos con discapacidad egresaron en 2017? Solo 990.
Estos mexicanos también forman parte de ese bono demográfico. Apenas la mitad de estos mexicanos logra entrar a la escuela. Como solo la educación básica (hasta secundaria) es obligatoria, los alumnos con discapacidad acceden en una minoría y solo en la zona metropolitana a un examen con las adecuaciones necesarias para lograr pasar a preparatoria y con esto el ingreso universitario es una quimera.
¿Hasta cuándo seguiremos teniendo leyes que solo apantallan en actos lujosos pero que en la realidad son echadas a andar sin dinero, sin metas y sin un real y genuino interés?