¿Prefieren bioseries de los políticos?
s muy divertido ver cómo cada quien desde su mundo considera sus realidades como absolutas, en este caso, hablo específicamente de la televisión. Los miembros del círculo rojo difícilmente tienen semanas como estas en las que sus temas diarios son aquellos que todo mundo está comentando en la calle, el Metro, las cafeterías… Pero no cabe duda: más allá de la intención de voto, las manifestaciones mediáticas, digitales y como entretenimiento en sí nunca se habían manejado a este nivel. Y eso que muchos de los candidatos son más grises que las sombras.
Ayer me llamó la atención, de las respuestas que obtuve al comparar en cierta manera el valor de interés del debate del domingo pasado con el estreno de la serie de Luis Miguel. La única razón para hacer esto fue que ambos estaban pautados para el mismo momento (Netflix atrasó una hora) y viendo la cascada de comentarios en las redes sociales y los trending topics, resultó bastante cómico ver el estrepitoso brinco de un tema a otro.
Lo que sí me sorprendió fue que, a pesar de muchos fans gozando de la historia de El Sol a todo lo que da, la cantidad de quejas contra el género de bioseries como tal. No puedo entender por qué. Vaya, comprendo la queja cuando los protagonistas son narcotraficantes. Es una buena discusión preguntarnos si contar estas historias los convierte en héroes por el mero hecho de ser protagonistas, aunque estén descritos con todas sus maldades. ¿Pero cuál es el problema con los cantantes? A mí, más allá de lo que puedan opinar de la serie de Luis Miguel en sí, de Diego Boneta (que a mí me encanta) me pareció un agasajo ver una versión alterna de lo que estaba pasando en un México cuando yo tenía unos años menos (pocos) que el protagonista.
Un México que percibíamos a cuentagotas, solo por lo que se dejaba ver a través del único medio de comunicación que tenía control. Los empresarios. Y eso sí, los interminables rumores que hasta la fecha corren como hechos. Hay bastantes biografías no autorizadas de Luis Miguel. ¿Qué tiene de malo que nos cuenten su versión autorizada (con algunas libertades creativas) de los hechos?
Tanta gente diciendo: “¿Eso a mí qué me importa?”. Muchos por pose. A quien realmente no le importa, pues no le importa lo suficiente como para informar a extraños en redes sociales que está pasando algo “tan poco importante”. Hay quien dice que hay personajes más importantes para contar sus historias.
No lo dudo. ¿Quieren bioseries de los fundadores de la patria? ¡Sería fantástico! ¿Los verían como en su momento nos devoramos Los Tudor (fundadores al fin y por motivos muy propios de la Iglesia de Inglaterra)? Ojala.
Y de ese podio. ¿Quién se aventaría como público una bioserie de los personajes que buscan la presidencia? Preguntándole a un productor de tv me dijo: “Solo AMLO y El Bronco. No porque tengan mi voto, todo lo contrario. Sino porque son lo suficientemente caricaturizables como para que sean materia de buena televisión”. Yo, por ahora, paso