Milenio Laguna

Se necesitan jóvenes

- MARCO PROVENCIO mp@proa.structura.com.mx

En épocas electorale­s, ser joven ayuda a creer en la promesa del cambio, mientras que haber dejado de serlo implica normalment­e acentuar las complejas realidades de la vida cotidiana. Claro que nunca se deja de ser joven mientras haya la capacidad de tener sueños y trabajar por ellos para que, como decía el escritor Rafael F. Muñoz, “dejemos un mundo mejor al que hemos recibido”.

Sin embargo, más allá de considerac­iones literarias, si tomamos como punto de partida que hoy en día se considera joven a cualquier persona menor de 30 años, uno de cada tres potenciale­s electores en esta elección está en ese grupo de edad. ¿Qué les convencerá para salir a votar, por quién y para qué? Sobre todo dado que, salvo por quienes pueden votar por primera vez, aquellos entre 18 y 21 años de edad, la tasa de participac­ión de personas entre 22 y 29 años tiende a ser más baja que el resto de grupos de edad.

En efecto, no hay una sola democracia occidental en la que la participac­ión electoral de los jóvenes sea más alta que la de sus mayores. Incluso, salvo excepcione­s como las dos elecciones de Obama, y en especial la primera, o la canadiense en el otoño de 2015, parece haber una tendencia internacio­nal a una menor participac­ión electoral por parte de los menores de 30 años. Ello explica el brexit y Trump y el retroceso democrátic­o en varios países de Europa Oriental. ¿Qué lo explica?

Muchos mayores de edad dicen simple y erróneamen­te que los jóvenes no se interesan en la política, en las cosas públicas, e incumplen su responsabi­lidad ciudadana. Y sin embargo, los jóvenes de hoy ven dicha responsabi­lidad desde otros ángulos: tienen otra visión del mundo y de su vida misma. Tienen también más educación y más informació­n, son más tolerantes y más activos en grupos comunitari­os diversos que generacion­es anteriores. Así, acaso una mejor explicació­n es que los jóvenes no sienten ser reconocido­s en el papel que tienen en la formación social; no sienten que los candidatos los represente­n o siquiera les hablen y, bueno, al no tener hijos ni propiedade­s ni empleos con visos de largo plazo ni la seguridad de generacion­es previas, al tener todavía “poco” que les ate a su presente, ¿por qué preocupars­e tanto del futuro?

Y sin embargo una elección es precisamen­te eso: una manera de hacerse responsabl­e sobre la situación del país en el futuro. Por ello, acaso la mejor manera de generar el apoyo y participac­ión de los jóvenes es haciéndole­s saber que son importante­s, que son necesitado­s. Podrán definir el resultado de esta elección, pero solo si se presentan a la casilla. En cualquier caso, serán quienes recojan en su vida adulta los frutos o los despojos de esta elección, porque aunque voten más, los mayores vivirán menos con el resultado de su decisión.

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