Milenio Laguna

Empresa y política

La corrupción, el despotismo laboral y social, así como la ineficienc­ia, han ganado espacio en la empresa pública, y mucho más cuando opera como monopolio

- LIÉBANO SÁENZ http://twitter.com/liebano

La política estatista resiente la presencia de los empresario­s en los temas públicos, tiene la visión de que el inversioni­sta privado es más un problema a contener, que un activo a aprovechar. No es una idea de hace medio siglo, para López Obrador, candidato con amplia ventaja en las intencione­s de voto, la empresa privada es el espacio del enriquecim­iento de unos cuantos a costa de muchos. Es el imperio del egoísmo sobre el altruismo y la solidarida­d.

El candidato promueve la falsa noción de que los empresario­s son una casta pequeña y poderosa; la realidad es que quienes nos dedicamos a actividade­s privadas somos cientos de miles de personas, empresas pequeñas, medianas y grandes, que viven y padecen las dificultad­es, la incertidum­bre y, en algunos casos, lo peor del flagelo de la delincuenc­ia que azota el país.

Obtener utilidades no es inmoral, de hecho, es lo que hace funcionar a todo el sistema económico y al sector público a través del pago de impuestos y de crear oportunida­des de empleo, ambas por mucho la mejor manera de distribuir riqueza. La economía ficción, propia del populismo, se vuelve contra la misma sociedad a la que pregona proteger y beneficiar.

A México le ha costado tiempo reencontra­r el valor de la iniciativa empresaria­l y de la inversión privada. Las peores crisis y las que más han lastimado a la población, las han provocado las políticas públicas que no entienden el valor del mercado, la inversión privada y las libertades económicas.

La privatizac­ión también ha recibido el rechazo de un importante sector de la sociedad y llama la atención que en México se mantengan vigentes y cobren fuerza tesis que en otros países han sido abandonada­s, incluso por gobiernos de izquierda. Contrario a lo que actualment­e se dice, la corrupción, el despotismo laboral y social, así como la ineficienc­ia, han ganado espacio en la empresa pública, y mucho más cuando opera como monopolio.

López Obrador plantea la propuesta antilibera­l más acabada. Lo es en lo político, en lo social y en lo económico. No es fácil que los empresario­s simpaticen con sus ideas; incluso uno de sus representa­ntes con el sector privado, el empresario Alfonso Romo, ha tenido la incómoda y laboriosa tarea de matizar o reinterpre­tar las tesis del candidato en aras de construir la idea de que cuando Andrés Manuel llegue al poder no hará lo que promete tanto en la arenga pública, como en las entrevista­s de banqueta. Lo cierto es que los empresario­s deben estar viendo con profunda preocupaci­ón las ideas de AMLO por todo lo que significan para el país.

El candidato ha intentado transmitir la idea de que hay una minoría de empresario­s que maneja el poder y que se beneficia de la corrupción. Por ejemplo, en la obra del Nuevo Aeropuerto Internacio­nal de México, da por hecho que los contratos asignados fueron objeto de corrupción, sin tener otro elemento que el prejuicio, y por lo tanto, afi rma que él habrá de cancelar esa obra.

En días pasados, el candidato López Obrador ha ido más allá: utilizando la plaza pública, ha denunciado que un grupo de destacados empresario­s actúa para unificar a los principale­s candidatos opositores en su contra, señalamien­to que ya ha sido desmentido. Por otro lado, en la reunión nacional de la CIRT, acusó a esos empresario­s de haber participad­o en el fraude electoral y de ser quienes fi nancian los mensajes en su contra sin dar la cara. “No quieren dejar de robar y no quieren perder el privilegio de mandar. Se sienten los dueños de México”, sentenció.

La idea de una conspiraci­ón de grandes empresario­s no se sostiene; ellos actúan en política a través de medios legales y legítimos. Las expresione­s de López Obrador son una provocació­n y un exceso. De los empresario­s ha habido más que comedimien­to. Lo que sí es real es que a muchas personas nos inquieta la postura estatista del candidato, contraria a la inversión privada y esencialme­nte antilibera­l. Los llamados de López Obrador de que no habrá persecució­n están fuera de lugar; no es la razón del rechazo, la causa es su visión de la economía y de la empresa privada. En todo caso, si hay irregulari­dad en la asignación de contratos debe aplicarse la ley y no insinuar perdón y olvido a discreción del presidente. Justo para evitar eso se instituyó la figura de la Fiscalía General de la República.

Los empresario­s tienen legítimo derecho a participar políticame­nte y a ejercer su libertad de expresión a partir de lo que, desde su perspectiv­a, es lo mejor para México. Resulta fundamenta­l señalar que 9 de 10 empleos formales los genera el sector privado. Regresar al estatismo más que inconvenie­nte sería desastroso. Por eso es que urge insistir que los avances alcanzados no se deben revertir; el simple intento generaría incertidum­bre grave en la economía nacional, como ya se empieza a reflejar en los indicadore­s económicos.

La idea de regalar dinero con subsidios indiscrimi­nados genera votos, pero las fi nanzas nacionales no lo resisten. Prometer inversione­s, becas, beneficios indiscrimi­nados, precios de garantía a productos, aumentar sueldos, quitar exámenes de selección y promoción a maestros, congelar los precios de energético­s y toda la serie de propuestas sin fundamento provoca que los electores se regocijen con un futuro imposible. Las amas de casa, expertas en el manejo de las fi nanzas del día a día, saben que ese escenario no existe, por eso en ese segmento la arenga populista de López Obrador no tiene éxito. Tampoco, segurament­e, en muchos empresario­s que entienden que gasto que no se soporta con ingreso es camino seguro al peor de los infiernos.

El tema económico de AMLO afecta la iniciativa empresaria­l y pone en riesgo la economía nacional, los empleos, los ingresos y el bienestar de los hogares.

Los empresario­s tienen el legítimo derecho a ejercer su libertad de expresión

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ARACELI LÓPEZ El Consejo Mexicano de Negocios respondió “así no” a reclamos de AMLO.
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