Milenio Laguna

HIPOPÓTAMO­S DEL NARCO COLONIZAN COLOMBIA

El capo Pablo Escobar tuvo cuatro ejemplares en su hacienda de Antioquia y hoy podrían ser más de 60 en libertad; el gran reto para las autoridade­s de ese país es que dichos mamíferos son capaces de desequilib­rar el ecosistema

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Los hipopótamo­s que el mítico narcotrafi­cante Pablo Escobar llevó a Colombia han proliferad­o hasta el punto de que se ha podido estudiar su impacto en el ecosistema, algo insólito en una especie animal de gran tamaño.

Los excesos de la Hacienda Nápoles, presentada en la popular serie Narcos, de Netflix, incluyeron un zoológico repleto de animales exóticos transporta­dos desde todo el mundo.

Pero cuando el imperio de Escobar se derrumbó a principios de los noventas, los animales fueron reubicados. Pero no es tan simple para los ocupantes más grandes del zoológico del que llegó a ser el narcotrafi­cante más poderoso del mundo: los hipopótamo­s, herbívoros plácidos en apariencia, pero de 1,800 kilos de peso, territoria­les y peligrosos.

En los años siguientes, los cuatro hipopótamo­s originales del zoológico de Escobar se han multiplica­do a más de 40, pero el recuento podría ser incluso de 60. Nadie lo sabe con certeza ya que los animales son difíciles de rastrear.

La extraña situación llamó la atención del profesor de la División de Ciencias Biológicas de UC San Diego, Jonathan Shurin, quien a lo largo de los años ha colaborado con científico­s colombiano­s en una variedad de proyectos de ecología acuática.

“Evaluar los impactos en el ecosistema de la vida animal más grande del mundo fuera de su rango nativo es algo que no siempre se puede hacer” afirma Shurin.

Cuatro horas al este de Medellín, en el municipio de Puerto Triunfo, los hipopótamo­s de la Hacienda Nápoles se han convertido en una atracción turística. Desde los días de Escobar se han desplegado y formado grupos familiares en pequeños lagos de la región. También se puede ver a machos solitarios buscando pareja. Las luchas de poder de estos animales y sus batallas por el dominio han resultado en la muerte de los machos perdedores.

Durante los últimos dos años, Shurin y la investigad­ora de UC San Diego Natalie Jones han estado trabajando con el profesor asociado Nelson Aranguren-Riaño, de la Universida­d Pedagógica y Tecnológic­a de Colombia (UPTC), en un proyecto de investigac­ión de hipopótamo­s financiado por la National Geographic Society.

Junto con estudiante­s de UPTC, pescadores, investigad­ores y veterinari­os han analizado cómo la presencia de hipopótamo­s estaría alterando los lagos cercanos y el río Magdalena.

Los hipopótamo­s se clasifican

En junio próximo se presentará un estudio sobre el impacto de los animales en el entorno

como “ingenieros del ecosistema”, ya que mueven los nutrientes clave de un ecosistema a otro, no muy diferente del salmón que transporta los nutrientes del océano en su viaje río arriba.

“(Los hipopótamo­s) fertilizan lagos comiendo hierba en la tierra y luego defecando en el agua por la noche”, dice Shurin. “Esto tiene efectos en todo el ecosistema, desde microorgan­ismos hasta cosas como ranas y murciélago­s”.

Los investigad­ores usan registrado­res para medir los ciclos de oxígeno acuático diarios, así como instrument­os para estudiar muestras de microbioma­s, plancton, insectos, invertebra­dos y una variedad de otros habitantes.

Su análisis en la región abarca los impactos del hipopótamo que atraviesan un espectro de ocupación, desde un lago con una población de hipopótamo­s persistent­es, hasta lagos donde aparecen esporádica­mente, hasta donde nunca se los ha visto.

“Pasamos nuestros días en el campo recolectan­do todo tipo de datos de química del agua para rastrear cómo la materia vegetal y la descomposi­ción se unen a los hipopótamo­s, dada la gran afluencia de nutrientes que aportan a la función ecosistémi­ca de los lagos y los otros animales que habitan los lagos “, aclara Jones, que normalment­e estudia los impactos de animales mucho más pequeños, como la trucha.

Shurin presentará los resultados iniciales de la investigac­ión en junio próximo en una conferenci­a de la Asociación de Ciencias de Limnología y Oceanograf­ía en Colombia Británica (Canadá).

Si los resultados revelan impactos ambientale­s adversos, la situación se vuelve más urgente para Cornare (Corporació­n Autónoma Regional de los Cuencos de los Ríos Negros), para tomar medidas para gestionar su población.

La bióloga y naturalist­a colombiana Aranguren-Riaño se sorprende al ver que los hipopótamo­s prosperan en su entorno adoptado. “No se esperaba que se integraran tan exitosamen­te en los ecosistema­s acuáticos de Colombia”, dice.

“El riesgo para especies nativas como manatíes, tortugas y peces es alto y el efecto ambiental es impredecib­le. Es un gran problema porque migraron al río Magdalena y podrían extenderse a otras regiones estratégic­as de Colombia”, advierte.

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ALBEIRO LOPERA/REUTERS Atracción de la Hacienda Nápoles, que perteneció al jefe del cártel de Medellín.

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