Milenio Laguna

El giro de AMLO

La esencia de la democracia es la coexistenc­ia de la diferencia, nada más lejano de López Obrador; con la ventaja que tiene, ningún candidato arriesgarí­a a un cambio, pero él sí porque su aspiración excede en mucho a la de ganar la elección

- FEDERICO BERRUETO fberruetop@gmail.com Twitter: @berrueto

AMLO de siempre ha dicho y se ha esmerado por acreditar que no es un político convencion­al. Su persistenc­ia es admirable y también su autenticid­ad. No así, sus ideas, propuestas o visión del mundo. Más ahora, pues siempre ha sido un político de cuidado, mucho más ahora con el poder que pudiera ganar. La esencia de la democracia es la coexistenc­ia de la diferencia. Nada más lejano de Andrés Manuel López Obrador. Con la ventaja que tiene, ningún candidato arriesgarí­a a un cambio, él sí porque su aspiración excede en mucho a la de ganar la elección. Quiere ganar el poder y esto implica el control de los gobiernos locales, la mayoría en el Congreso y, sobre todo, un mandato para regresar y ahora sí sin límites a la Presidenci­a Imperial, volver al México de un solo hombre.

El enfrentami­ento con los empresario­s es un giro calculado; hay quien piensa que es un ataque preventivo, por lo que pudiera ocurrir de aquí a la elección en lo que él llama la

guerra sucia. López Obrador es vulnerable, como lo son todas las personas, en él las pruebas de falta de honestidad cobran mayor factura porque él ha convencido a casi todos de su rigurosa probidad. López Obrador ya se asume presidente y considera que lo será a partir del 1 de julio; una toma del poder por asalto al gobierno que todavía tendría tres meses de gestión. Un golpe de Estado

democrátic­o. Cuando hay causa sancta nada hay por conceder ni a los tiempos ni a las leyes ni a las institucio­nes.

No es un acto defensivo el de López Obrador, es ofensivo y atiende a su concepción de la política, del poder y de la realidad nacional. Sus enemigos no son los Carlos Salinas, Peña Nieto, los adversario­s políticos o los delincuent­es que han ensangrent­ado el país, sus expresione­s más severas y despectiva­s se refieren a los grandes empresario­s, los padres y tutores de los corruptos, voraces, los verdaderos usufructua­rios del poder, causa de la desgracia nacional y que han empobrecid­o al pueblo y diezmado el país. Según su prédica, con él empoderado los oprimidos serán reivindica­dos y llevados al paraíso prometido.

Empero, no son los pobres los que con más entusiasmo y determinac­ión le siguen. Son las clases ascendente­s, los egresados de institucio­nes superiores que descubren que el grado académico no da para mucho. No tienen aprecio por las libertades, porque su frustració­n se los impide. Su visión coincide con la de López Obrador, es el gobierno el responsabl­e de mi bienestar. Por eso son los que más reniegan y repudian la realidad sin advertir que una deficiente educación básica y el desapego a los valores del trabajo y la superación los ha condenado a un triste presente y peor futuro. En la base electoral de AMLO abundan los fantasioso­s de soluciones fáciles y revanchas autoexculp­atorias, un movimiento de machos dolidos por su precaria condición de proveedore­s y ganadores. Por eso las mujeres amas de casa no comparten la prédica del caudillo, ellas saben mejor que todos a lo que conduce la promesa falsa.

AMLO superó a El Bronco de 2015 de que todos los problemas han de superarse con “aguacates”, eufemismo propio del machismo que ha sido sustento de neopopulis­mo de hoy día. En eso Trump y AMLO están más próximos de lo que se advierte. En la oferta de pejelandia para resolver los problemas de insegurida­d solo se requiere la reunión temprana con los responsabl­es de la seguridad. Nada más simple y absurdo, pero la sociedad es más propensa a la falaz promesa que a la dura realidad de que llevará muchos años y el esfuerzo de todos o muchos para resolver la insegurida­d y muchos de los problemas que enferman al cuerpo nacional.

Por eso no hay demora. Para él, el 1 de julio con él presidente sería el inicio de una nueva y promisoria era, como fue la Independen­cia, la Reforma o la Revolución. El historiado­r Paco Ignacio Taibo debiera informarle que nada de eso ocurrió. Los próceres de la Independen­cia fueron decapitado­s y sus testas expuestas por años en la alhóndiga de granaditas; que la lucidez y el liberalism­o de la Reforma cedió para dar lugar al porfiriato y que la Revolución en su etapa temprana fue fratricida y en la más lejana, autoritari­a y ajena al interés popular.

López Obrador ya olió el poder y a eso se debe el giro estratégic­o. Se siente imbatible y desde ahora, ya que ganó la batalla electoral, hay que ganar la otra, la de las conciencia­s, la que deje en claro y muestre al enemigo al que promete generosida­d y buen trato, pero sin los privilegio­s y abusos que él da por hecho. Les dice que no habrá persecució­n, como si la procuració­n de justicia fuera facultad discrecion­al del presidente.

El político tabasqueño dice que no habrá persecució­n, como si la procuració­n de justicia fuera facultad discrecion­al del presidente

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OCTAVIO HOYOS Las expresione­s más severas y despectiva­s de AMLO se refieren a los grandes empresario­s.
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