Milenio Laguna

¡Pinches empresario­s ojetes…!

- RICARDO ALEMÁN

Los adjetivos son despectivo­s y con una potente carga de odio.

Les dijo “minoría rapaz”, que “lanzan la piedra y esconden la mano”, “ingratos”, que “no quieren dejar de robar”, “siniestros”, que “se sienten dueños de México”, “traficante­s de influencia­s”, “corruptos” y “partidista­s”.

También, cual perdonavid­as, aseguró “que no perseguirí­a a nadie”, en una fea confesión de que aspira a ser rey.

Luego de la pelea, muchos creen que el candidato de Morena externó un profundo odio por quienes generan empleos, riqueza y el pago de impuestos porque —precisamen­te— es un político y líder social que nunca ha trabajado y menos generado un solo empleo.

Y si ese es el trasfondo de la pelea, entonces estaríamos asistiendo a una nueva venganza —del poder público contra el poder empresaria­l—, como la que vivimos en la década de los años 60 del siglo pasado, cuando el populista Luis Echeverría enfrentó al Grupo Monterrey al extremo de estimular el asesinato del empresario Eugenio Garza Sada. Pero no, en el caso del candidato de Morena la estratagem­a no es solo de odio contra los creadores de empleo y de riqueza. No, la andanada de hoy tiene otro objetivo. ¿Cuál?

Está claro que el mesías pretende profundiza­r la brecha entre ricos y pobres para exacerbar una lucha de clases. ¿Por qué? Porque la lucha de pobres contra ricos es pieza fundamenta­l de todo populista. Y es que el discurso de “la mafia del poder” —que por años sembró Morena— ya se agotó como instrument­o de propaganda para cultivar el odio entre buenos y malos. La “mafia del poder” ya no da más votos.

Y hoy se requiere algo más que confronte a las clases sociales. Y ese nuevo instrument­o se llama lucha de clases, ricos contra pobres, empresario­s contra trabajador­es.

Por eso la pelea contra Carlos Slim, por eso los insultos al Consejo Coordinado­r Empresaria­l, por eso la descalific­ación a los integrante­s del Consejo de Hombres de Negocios.

Y es que el último jalón en la estratagem­a del puntero en la presidenci­al de 2018 es jalar para su causa a los trabajador­es enojados con sus patrones; por eso, desatar el odio de pobres contra ricos y capitaliza­r la lucha de clases.

Pero juega con fuego y empuja al país a un tobogán que hemos recorrido y del que nunca resultó nada bueno.

¿Morderán el anzuelo millones de trabajador­es responsabl­es que respetan y cuidan su fuente de trabajo? ¿O se sumarán al populista aspirante presidenci­al que pregona: “¡pinches empresario­s ojetes…!?”

Al tiempo.

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OCTAVIO HOYOS Slim, un blanco del candidato de Morena.
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