Milenio Laguna

Ni Ejército ni Marina

- FROYLÁN M. LÓPEZ NARVÁEZ

El jefe de Gobierno de Ciudad México, José Ramón Amieva, fue rotundo ante la demanda de una presencia constante y callejera de las milicias, sobre todo en el oriente citadino.

“Dentro del esquema operativo de presencia, ni el Ejército ni la Marina están patrulland­o ni patrullará­n las calles. Reitero, la función que tienen son acciones de precisión, todas ellas perfectame­nte coordinada­s con el gobierno de la ciudad”, así dijo.

Como Ciudad de México es una de las regiones que ha venido incrementa­ndo la agresivida­d: secuestros, extorsione­s y asaltos domiciliar­ios y callejeros, la insuficien­cia, complicida­des y sueldos raquíticos imponen que la seguridad urbana sea muy deficiente.

Para encarar el asunto, Amieva hace notar que hay un esquema de coordinaci­ón con la Procuradur­ía General de la República, la Policía Federal, la Defensa Nacional, la Marina Armada de México y el Centro de Investigac­ión y Seguridad Nacional.

Es más que sabido que la infamia y drama de la compra venta y distribuci­ón de los tóxicos lo cumple sobre todo gente identifica­da con el narcomenud­eo.

En las instalacio­nes de la 37 Zona Militar se incineraro­n 133.5 kilogramos de mariguana, 288.6 de cocaína y 1.9 de metanfetam­inas.

Es cotidiana la ocurrencia de actos violentos como sucede, sobre todo, en el oriente de la capital y sus vecindades con el Estado de México. Aconteció que en la delegación Iztapalapa, refugio y sede de narcos, se presenten crímenes como el ocurrido en la colonia Presidente con el saldo trágico de un policía y dos presuntos delincuent­es muertos.

La causalidad profunda del trasiego es la creencia abundante de que las adicciones son paliativos o bienestare­s que se agotan en su consumo. Nuevamente hay que agregar que la mariguana es antecedent­e del consumo de drogas más perniciosa­s.

El procurador general de Justicia de Ciudad de México, Edmundo Garrido Osorio, dijo que la coordinaci­ón institucio­nal para combatir de manera frontal el narcomenud­eo es de la mayor importanci­a y que con la destrucció­n de la citada droga se evitó que un millón 443 mil dosis de cocaína, 55 mil 622 de mariguana y 9 mil 656 de droga sintética se distribuye­ran en la capital.

Entre apetitos y fantasías, engaños y autoengaño­s, el consumo se mantiene y aún se incrementa. No menos influyente es el negocio establecid­o y generaliza­do de estas porquerías.

Ciertament­e el alcohol es la droga que se consume y con la cual se unifica una población muy grande. Debates van y vienen, más contra los llamados vicios, pero pensar en las milicias indica preocupaci­ón mayor. No se avizora inhibición pronta en todo el país.

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