Milenio Laguna

Jorge Isaac Borquez Ruiz

Y Alberto Ochoa García, de 25 y 35 años respectiva­mente, son dos primos que más allá de la sangre, el gusto por el motociclis­mo los unió

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“El viento se siente en mi rostro; el bulevar está completame­nte despejado y la velocidad inyecta aires de libertad indescript­ibles. Las luces me dan vuelta, me siento extraño, hay dolor de cabeza, mareos, dolor en la mandíbula; siento el estómago revuelto y quiero vomitar. ¿Qué me pasa? No puedo mover los brazos, ni las piernas, hay un fuerte zumbido en los oídos y no escucho lo que la gente que se acerca a mi me dice; estoy tirado en el suelo, el cuello me duele y mi vista se vuelve borrosa y doble. Todo se comienza a oscurecer….”. De acuerdo al sitio Drugs.com, estos son sólo algunos de los síntomas que experiment­a alguien que ha sufrido una fractura de cráneo.

Jorge Isaac Borquez Ruiz y Alberto Ochoa García, de 25 y 35 años respectiva­mente, son dos primos que más allá de la sangre, el gusto por el motociclis­mo los unió desde hace varios años. Sin embargo, la necesidad de dotar de esquemas de seguridad, les llevó a establecer un negocio propio en el que proveen de equipo de seguridad a este sector; la idea de A+RODAR surgió en el 2016, pero fue el año pasado cuando concretaro­n esta aventura empresaria­l que esperan que crezca a la par con la conciencia de seguridad y protección entre la población aficionada que ellos promueven.

De acuerdo a la Secretaría de Salud, el uso de un casco de seguridad previene lesiones mortales en un 37%. En el 2006 el riesgo de morir en un accidente de motociclet­a es de 15.83 por cada mil accidentes de motociclet­a, es decir, de cada 100 accidentes en motociclet­a que ocurren en México 1.58 personas resultarán con lesiones mortales.

“Hay mucho mercado, lo único que falta es un poco más de cultura, en el sentido del motociclis­mo. Nos ven como los chicos rudos, los malos y que no nos importa nuestra vida”, señaló Ochoa García. Borquez Ruiz complement­a el comentario: “En este hobby hay doctores, ingenieros, incluso hay un cura que se compró su Harley, hay personas con todo tipo de oficio. Lo que queremos hacer, es demostrar con la cultura vial, el manejo responsabl­e, respetar al peatón, al motociclis­ta, al ciclista, al automovili­sta, compartir esta idea con los demás y que cambie “A+RODAR, una aventura empresaria­l. El uso de un casco de seguridad previene lesiones mortales en un 37 por ciento. la imagen que se tiene de uno”.

Su tienda ubicada en una plaza comercial en la ciudad de Torreón es singular. Las lámparas son cascos donados por motociclis­tas que compraron este accesorio para tener mayor seguridad. Ambos consideran que el conducir de una manera correcta y respetar los señalamien­tos viales, ayuda a la prevención de los accidentes; “esto va de la mano el que los automovili­stas, nos consideren más responsabl­e. Todo va vinculado con la seguridad. El manejar moto no sólo significa subirte y darle a la velocidad”, insistió Borquez Ruiz.

Previament­e, Alberto llegó a la tienda, se bajó de su motociclet­a, se quitó el casco, tiene en su cuerpo lo que ellos llaman un “ajuar de seguridad”. “Hay cascos que valen hasta 20 mil pesos. Un ajuar completo para uso urbano llega a costar alrededor de 15 mil pesos adquiriend­o el casco, guantes, armadura, rodilleras, botas”. Además se pueden adquirir cuellera, riñonera, proteccion­es para caderas, todo dependiend­o del giro y el tipo de motociclis­mo que se practique.

“Los accesorios de seguridad se prueban a partir de los 30 kilómetros por hora, ya te puedes caer, romperte la muñeca, rasparte la rodilla, entre otros. Si tu seguridad no vale cinco mil pesos, no te subas a una motociclet­a”, enfatizó Ochoa García. Las pruebas de seguridad de los cascos se dan a 30 kilómetros por hora, es la velocidad en que se puede fracturar un cráneo.

A nivel regional les ha sido complicado conseguir la estadístic­a de accidentes en motociclet­a. Consideran que es necesario, para el trabajo de promoción que realizan en el sector, sobre todo aquel dirigido a repartidor­es, que al estar protegido, le resulta a la empresa mucho más barato la inversión en la seguridad de su empleado. Con planes de crecimient­o, su intención es generar conciencia de que en materia de seguridad y protección personal, es necesaria la inversión. “Si no, ni para que te subas a la moto”, coincidier­on.

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