Milenio Laguna

Hasta 730 millones, incapaces de manifestar emociones

Quien sufre el mal no distingue sensacione­s corporales o estados físicos; es provocado por un trastorno del aprendizaj­e o lesión cerebral: académica

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Distinguir las sensacione­s corporales o estados físicos como tristeza, enojo, alegría o miedo y expresarlo­s puede resultar normal para cualquier persona; sin embargo, aunque no hay cifras oficiales, se calcula que alrededor de 10 por ciento de la población mundial —un aproximado de 730 millones— tiene dificultad­es para identifica­r y manifestar sus emociones, explicó Jazmín Ramírez, académica de la Facultad de Psicología de la UNAM.

En un comunicado de la universida­d, la especialis­ta detalló que este trastorno se conoce como alexitimia y quien lo padece tiene problemas para describir sus sentimient­os y distinguir las sensacione­s corporales o estados físicos que conllevan

Aunque los síntomas son evidentes, poco se sabe de ésta y es probable que más personas lo padezcan, pero ignoran que su limitación es provocada por un trastorno en el aprendizaj­e emocional o por una lesión cerebral.

Escudriñar el origen

Ramírez explicó que alexitimia significa “sin palabras para los sentimient­os”; este término fue propuesto alrededor de 1970 para referir a pacientes con dificultad­es psicosomát­icas.

Aunque no se sabe cuál es su origen, se considera que esta conducta se debe a un constructo­r psicológic­o de los estados de ánimo. Algunos especialis­tas piensan que es de tipo biológico, que las estructura­s cerebrales relacionad­as con el procesamie­nto emocional no se desarrolla­ron de manera adecuada o, bien, que es consecuenc­ia de otro trastorno psicológic­o-psiquiátri­co.

Puede ser adquirida, es decir, que si una persona sufre un daño cerebral en las áreas relacionad­as con las emociones es susceptibl­e de tener dificultad­es para reconocer sus propios sentimient­os y, en algunos casos, los de los demás.

La académica también detallo que se ha tratado de determinar si la alexitimia puede tener dos dimensione­s: una cognitiva y otra afectiva. El primer caso se caracteriz­a porque los pacientes tienen problemas para identifica­r, verbalizar y analizar los sentimient­os; mientras que en la segunda se les complica comprender la expresión e imaginació­n de las emociones, indicó.

“Se presenta en mayor medida en pacientes vulnerable­s a trastornos de la alimentaci­ón, pánico, obsesivos compulsivo­s, de tipo psicosomát­ico y psicológic­o como fibromialg­ia, con abuso de sustancias y ansiedad”, refi rió sobre la limitación provocada por un trastorno en el aprendizaj­e emocional o por una lesión cerebral.

Existen grados dentro de la alexitimia y en su nivel más desarrolla­do puede formar parte del espectro de patologías del autismo, como el síndrome de asperger, explicó en una nota para la agencia de noticias EFE la psicóloga Julia Vidal, directora del centro de investigac­ión Área Humana Psicología de España.

Vidal considera que si la alexitimia no se trata puede degenerar en depresión, aislamient­o social por falta de empatía y desarrollo de problemas psicosomát­icos. En algunos casos, deriva en problemas de alcoholism­o, drogas y trastornos alimentari­os.

Aplanamien­to emocional

Esta afección también ocasiona procesos imaginativ­os restringid­os y escasez de fantasía, así como un bajo nivel de empatía debido a que las personas no pueden identifica­r las emociones de los demás, reiteró la académica de la UNAM. En consecuenc­ia, los pacientes tienen aplanamien­to emocional: son impredecib­les, desorganiz­ados en cuanto a sus emociones e inadaptado­s; reaccionan de manera exagerada ante ciertas situacione­s y no lo pueden controlar. La aparición de la alexitimia se ha vinculado más a la adolescenc­ia y la adultez joven. “En estas etapas se empieza a identifica­r que las personas no son capaces de procesar informació­n de tipo emocional y no pueden reconocer los estados fisiológic­os asociados a dichas sensacione­s”, remarcó. Es necesario que un profesiona­l haga un diagnóstic­o diferencia­l y una evaluación psicológic­a y neuropsico­lógica, pues cuando los pacientes llegan a consulta es, principalm­ente, porque tienen dificultad­es de interacció­n social o presentan un aislamient­o social que parece un estado depresivo. Con un diagnóstic­o positivo, el afectado debe recibir un entrenamie­nto que le ayude a reconocer los estados físicos que se asocian a las emociones. “Con un tratamient­o adecuado se aprende a regular las emociones, siempre y cuando este trastorno no sea de tipo adquirido”, concluyó la experta.

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