Problemas de agenda
Manifestado por Joaquín López-Dóriga a Ricardo Anaya en el programa televisivo Tercer grado: “Haces tu conferencia de prensa [todos los días a las 7] para fijar tema: ésa es la estrategia. Y resulta que, como las propuestas de Meade, [las tuyas] no trascienden… Eres el mejor de los candidatos, sin duda, para exponer pero… estamos rehenes de lo que diga Andrés Manuel López Obrador”.
Anaya, escueto y elegante, responde que lo que se propone en esas conferencias de prensa es “plantear cosas concretas que no sean necesariamente parte del pleito y del debate diario”. Y tiene razón. Como tiene razón López-Dóriga en afirmar que quien “marca agenda” — quien determina de qué hablarán cada día los actores públicos, los medios y las redes sociales— es el abanderado de Morena. Elaboro sobre lo dicho por Anaya: si López Obrador logra acaparar los reflectores y provocar las reacciones es porque se lo permitimos.
La nuestra es una sociedad estridente: lo era bajo el imperio de los medios, lo es más bajo el de las redes sociales. Atendemos solo aquello que nos entretiene, y nada nos entretiene más que lo que concita el morbo, el escándalo, la indignación. Que si detener la construcción de un nuevo aeropuerto capitalino ya en curso, con el dispendio que ello supondría. Que si perdonar al crimen organizado y a los funcionarios corruptos por decreto presidencial. Que si invertir millones en habilitar un centro cultural en una de las demarcaciones que más infraestructura para las artes concentra tan solo por el valor simbólico — o de mercadotecnia política— que ello entraña. Ocurrencias estridentes concebidas no para el apuntalamiento de la República, sino para el paroxismo de la galería, asumidas en tanto provocación por una clase política que se engancha a la primera, amplificadas por unos medios dispuestos a todo por unas décimas de
rating o unos cuantos hits más. La culpa no es, pues, de Anaya. Y ni siquiera de un López Obrador que no hace sino aprovechar nuestro talante en su favor. La culpa, mucho me temo, es nuestra.