Milenio Laguna

Tom Wolfe

El padre del nuevo periodismo no tuvo miedo, mezcló como le dio la gana ficción y realidad, el cuento y el reportaje; con Talese, Capote o Didion fabricó un género raro y atractivo

- Gil s’en va

Gil cerraba la puerta de acero de la semana convertido en un hombre de jerga. Nada lo consolaba, nada le daba estructura a su mente y a su cuerpo. Tom Wolfe había muerto a los 88 años de edad en Nueva York. Wolfe vestía como un dandy con toques refinados de payaso del circo Atayde: el traje blanco inmaculado, la corbata en juego con el conjunto, la camisa azul, el pañuelo que asoma las antenas en la bolsa exterior de saco y el sombrero negro de ala corta con una cinta en combinació­n con el traje. Con esa indumentar­ia atravesó los años 70. Los años dorados: en 1970, Wolfe publicó un texto en The New York Magazine: “Estas Veladas Radicales Chic”. En esa pieza, Wolfe contaba de la fiesta que Leonard Bernstein organizó en su casa de Manhattan para recaudar fondos para los Panteras Negras. A partir de aquel texto, la expresión “radical chic” se convirtió en moneda corriente. Años después, cuando le preguntaba­n a Wolfe por qué había exhibido a los asistentes, respondía: “Yo no invité a los Panteras Negras; fueron ellos, los organizado­res, les pareció chic tenerlos cerca para que los entretuvie­ran”.

Aquella fue la primera piedra de la casa del Nuevo Periodismo. Wolfe no tuvo miedo, mezcló como le dio la gana ficción y realidad, el cuento y el reportaje. Con Gay Talese, Truman Capote o Joan Didion fabricó un género raro, atractivo que de pronto le arrancaba el corazón a la novela para transplant­arlo en el cuerpo no tan prestigios­o del periodismo.

Décadas púrpuras

Gamés caminó sobre la duela de cedro blanco con una fatiga de metal. Después de un esfuerzo inhumano, recordó el rincón del librero donde agrupa algunos de los libros de Wolfe. La memoria logró una hazaña, pues cada vez que Gil busca un libro y no lo encuentra, lo manda comprar. Así, un día aparecerán pares del mismo ejemplar. Una antología: Las décadas púrpuras ( Anagrama, 1985) concentra todo Wolfe: la prosa magnífica, el humor de ácido sulfúrico, la inteligenc­ia como estrategia literaria. Pero sobre todo, la lectora, el lector y le lectere obtendrán de la lectura de estas 20 piezas narrativas la restauraci­ón de una época. Un esnob internacio­nal como Wolfe se acercó a temas que estaban muy lejos de su traje de nieve y el sombrero de chocolate: la guerra aérea en Vietnam, el movimiento hippie, la izquierda exquisita. El nuevo periodismo ( Anagrama, 1977), una breve antología preparada por Tom Wolfe con un ensayo introducto­rio. Los invitados Rex Reed: ¿Duerme usted desnuda?; Terry Southern: A la Rica mariguana y otros sabores; Norman Mailer: Los ejércitos de la noche; Nicholas Tomalin: El general sale a exterminar a Charlie Cong; Barbara Goldsmith: La Dolce Viva; Joe McGinnis: Cómo se vende un Presidente; John Gregory Dunne: El estudio; Robert Christgau: Beth Ann y la Macrobióti­ca; Tom Wolfe: La izquierda exquisita. Esta breve introducci­ón al nuevo periodismo abre la puerta con un prólogo de Wolfe: “El juego del reportaje” e “Igual que una novela”.

Novelas

Gil intentó alguna vez con las novelas de Wolfe y se dio por vencido. La

hoguera de las vanidades, exitosísim­a novela llevada al cine, le pareció una dosis de Tafil suficiente para dormir dos días. Más de 700 páginas invertidas en un mapa nocturno de Nueva York. Un

yuppie se ha convertido en la estrella de una firma de brokers y se pierde por las calles del Bronx cuando lleva a su amante al aeropuerto Kennedy. Van a perdonar a Gilga, pero se trata, como dicen los clásicos, de un coñazo.

Todo un hombre apareció en 1998 y la primera traducción en la editorial Anagrama en 2014. De Nueva York, Wolfe se traslada a Atlanta, a la vida de un ex jugador de futbol americano sesentón que trae con él una mujer de 28 años y un crédito que no puede pagar. Ni se les ocurra gastar su dinero en esta novela. En cambio el Tom Wolfe de los reportajes, de las piezas narrativas, de la crónicas, es insuperabl­e.

Gilga recuerda que Carlos Monsiváis introdujo el nuevo periodismo a México. Importó, tomó prestado, hizo viajar ideas y conceptos de Tom Wolfe. Monsiváis utilizó el término “radical chic” y lo adaptó a la Ciudad de México. Así pasó el tiempo hasta que el propio Monsiváis se volvió un “radical chic”, ese fue el día en que Monsiváis se convirtió en el tema de una crónica de Monsiváis.

Sí: los viernes Gil toma la copa con amigos verdaderos. Mientras se acerca el mesero con la charola que soporta la botella de Glenfiddic­h, Gamés pondrá a circular las frases de Baudelaire por el mantel tan blanco: Hay que ser sublime sin interrupci­ón. El dandy debe vivir y morir ante el espejo.

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STEPHANIE KLEIN- DAVIS/AP El escritor murió a los 88 años.

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