Milenio Laguna

Locatarios no podían adherirse a Liga de Comerciant­es en Pequeño

Los comerciant­es del Mercado Juárez no podían pertenecer a la unión organizada por el presidente municipal Eduardo Guerra

- Redacción

Se decía que tenían que pagar el doble de lo que pagaban los que sí estaban en la liga, por derechos para ejercer su labor mercantil. No existía por entonces la figura jurídica del feminicidi­o pero vaya que sucedía. El cuerpo de una mujer joven fue encontrado en el tajo La Concha, rumbo a la Metalúrgic­a, con una cortada brutal en el lado izquierdo del cuello. Se notaba que el arma con la que agredieron había sido hundida varias veces, por como quedó la pobre.

Fue imposible identifica­rla en el lugar; las autoridade­s la trasladaro­n al Hospital Belisario Domínguez, con la firme sospecha de que el motivo de la muerte de esa pobre, habían sido sin duda los celos de su amante aún desconocid­o. Esas cosas solo les pasaban a las mujeres que no llevaban vida de rectitud.

Ya se habían juntado bastantes recursos para los damnificad­os de Veracruz y Puebla, pero aún seguía la petición en esta región. No todo es dinero, así que los padres Carmelitas Descalzos que estaban encargados del Templo del Carmen, ofrecieron un triduo de misas ofrecido a la Virgen del Carmen, valga la redundanci­a, para pedir la Gracia Divina para esas almas sufrientes.

La Secretaría de Relaciones Exteriores informó que no se le iba a dejar al gringo Oscar Jenkins el cargo de cónsul en Puebla, aunque el mismo lo pidió. Esto porque desde hacía año y medio, el gringuito había estado proporcion­ando armas y parque a los rebeldes. Cofraterni­zó con los zapatistas, y desde luego, se autosecues­tró y el gobierno pagó.

Aparte los paisanos de Jenkins seguían dando de qué hablar. Dos de ellos fueron acusados de estafar al banquero German Braker y lograron quitarle cinco mil 700 dólares. Los malandros se hicieron pasar por millonario­s y en sus tarjetas de presentaci­ón venían los nombres de H. C. Morris y James W. Hartson.

Llegaron en carro nuevo, muy bien vestidos. Las finanzas eran otra cosa, y los rateros pidieron esa cantidad a contra propuesta de que Braker hablara a un banco neoyorquin­o, del que ellos dieron el número, donde segurament­e tenían un cómplice que le dijo al estafado que todo estaba bien y si tenían fondos. Todo salió a la luz y el pobre Braker tuvo que hacer su denuncia.

Y más rápidos que nada, los mexicanos ya andábamos falsifi cando las recién salidas monedas de cobre con valor de veinte centavos. Eran fáciles de distinguir por que estaban todas mal hechas, pero en ese entonces la gente no tenía el dinero tan a la mano así que había muchos pichones que cazar. La autoridad ya buscaba a los falsificad­ores.

Desde Berlín se anunció el nombramien­to de Geo Smith como delegado agrícola alemán en México. Se esperaba su llegada a fines de aquel febrero, y su misión era estudiar la forma en que los alemanes que iban a venir a México, podrían disponer de la tierra que el gobierno les ofreció para colonizar.

París fue el escenario de la ejecución de un espía austriaco llamado Guespere. También en esta ciudad había dos preocupaci­ones latentes. La primera relacionad­a con el trigo porque estaba muy caro y por consiguien­te el pan y las baguettes. La otra era la baja en las tasas de natalidad, a pesar de que Francia es un país cachondo.

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