Milenio Laguna

Le detectaron cáncer de

Mama en 2006 cuando tenía 46 años, María Dolores nunca imaginó que gracias al hábito de llevar una vida saludable por muchos años, iba poder ganarle la batalla a una de las enfermedad­es que menos desea el hombre

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Dentro de los factores preventivo­s que recomienda­n los oncólogos y otros médicos especialis­tas contra cualquier tipo de cáncer, es llevar hábitos de vida saludables, teniendo al ejercicio y una buena alimentaci­ón como los ejes centrales para evitar males en el cuerpo.

Sin embargo, a pesar de que María Dolores Silva Contreras toda su vida ha sido fanática del deporte y de comer saludable, no contó con que la genética le haría una mala jugada pues su hermana mayor ya había tenido indicios de cáncer años atrás y de ahí pudo haberse generado el problema desafortun­ado de tener consigo células malignas.

Le detectaron cáncer de mama en 2006 cuando tenía 46 años, una familia con dos hijos y toda la vida por delante, noticia que le cayó de sorpresa y desagrado natural, pronto se vino a su mente que ahí terminaría todo, tal como le pasa a cualquiera que se entere de un diagnóstic­o similar.

“Me detectaron un bulto irregular en una mastografí­a y a los seis días me avisaron los médicos que tenía cáncer de mama, y uno muy agresivo”, relata Lolis, como le suelen llamar sus allegados, también una fuente de apoyo importante en el proceso de su enfermedad.

El tumor ya rebasaba la etapa 4, un estadío de más complicado puesto que es la última etapa del cáncer, se venían tiempos difíciles para Lolis y toda su familia quienes fueron su bastón, tal como lo establece su concepto, ‘un recinto fortificad­o para resistir ataques enemigos’.

No se explicaba cómo pudo haber sucedido y por qué a ella, no podía soportar que desde ese día le cambiaría la vida por completo, y no obstante, luego de varios días en literal desconcier­to, su forma de pensar se convirtió en una razón de lucha por salvarse, tenía muchas cosas por hacer aún.

EL EJERCICIO ES SU VIDA

Lolis ha sido directora de una primaria en Viesca, Coahuila, además de ser maestra de danza folclórica en institucio­nes y grupos de danza en la región. Siempre involucrad­a en la actividad física por trabajo o como hobby.

Su vida es el ejercicio y su bienestar, algo que nunca imaginó cuánto le ayudaría al paso de los María Dolores Silva ha sobrevivid­o a 10 años de cáncer. años, luchando contra una de las enfermedad­es que menos desea el hombre por todo lo que conlleva el proceso de tratamient­o.

Las quimiotera­pias y una cirugía eran las alternativ­as, soportar radiación y químicos, medicament­o fuertes que la debilitaba a más no poder, así durante todo el primer año y continuame­nte dos años más.

EL CÁNCER SE EXPANDE Y EMIGRA

Pese a ello, en el 2009 le detectaron cáncer en el otro pecho y no venía solo, pues un ovario también tenía indicios de tumoración agresiva, tenían que retirarlos de inmediato.

Volvían las quimios cada tres semanas, además de las pastillas diarias y vacunas, medicina que reforzaban su sistema inmunológi­co ante el peligro de que hasta una simple gripe complicaba la integridad de su vida, pero sobre todo, para aguantar la embestida de los químicos en su cuerpo, una vez más, costaran lo que costaran.

Es ahí donde su condición física la sacó a flote, su histología no señalaba indicios de diabetes, colesterol ni hipertensi­ón; tenía un corazón fuerte y demás órganos saludables, una refuerzo que sirvió como una capa más de vida ante las sacudidas de la enfermedad.

Taquicardi­as mortales pusieron a prueba su corazón, y éste como toda alma joven estaba lleno de fuerza y gallardía al latir.

“Me dijo el doctor que tenía el corazón de joven, que esas taquicardi­as en otra condición serían fulminante­s y mi condición física me ayudó bastante”, expresa Lolis, quien añade que fueron cinco años que la enfermedad la dejó en paz.

No fue hasta finales del 2010 cuando los ataques del cáncer se expandiero­n de nueva cuenta, ahora a la sien izquierda de su cráneo, además al fémur, lo cual provocó mucho dolor y más desgaste corporal pues era una lucha que nada más no terminaba.

“Al saber esto le pregunté al doctor que si eso representa­ba lo último, era un dolor muy fuerte en mi pierna y hasta anduve con andador y con muletas. El doctor me dijo que volvería otra serie de quimiotera­pias”.

LEVANTAR EL ÁNIMO DE LAS DEMÁS EN SU SITUACIÓN

Sus ánimos no decayeron a pesar de que volvían las visitas al hospital, lugar que empezó a utilizar como fuente de apoyo de ella hacia las demás pacientes que estaban en su situación interponie­ndo ante todo una buena actitud ante una enfermedad como el cáncer de mama.

“Me hice el propósito de darles a las mujeres ánimos de no dejarnos caer, que así como me ven, yo estuve en sus zapatos. Siempre soy optimista de que vamos a poder porque por eso estamos luchando y pienso que en esto cuenta mucho la actitud”.

Está convencida de que en cualquier enfermedad que se presente, es determinan­te en qué condición física se encuentra el paciente y lo afirma diciendo que “El cuerpo es una máquina a la que si uno la alimenta y la tiene bien le va a funcionar mejor”.

Nunca dejó de ir al gimnasio cuando tenía las condicione­s de hacerlo y siguió con una alimentaci­ón ejemplar para mantenerse saludable, hechos que le reforzaban su metabolism­o que se notaba en cada visita al nosocomio para llevar su tratamient­o.

HUELLAS DE LA BATALLA

Dice que en este combate le han quedado muchas cicatrices en su cuerpo gracias a la radiación, así como secuelas de las que se ha regenerado, huellas de la batalla que ha lidiado por más de 12 años y 16 operacione­s.

Lo que siempre anheló mientras lidiaba esta enfermedad, era llegar a tener nietos y cuidarlos, sueño que se le cumpliría como premio de batalla y ya cuenta con tres nietos de los que disfruta cada vez que tiene oportunida­d.

A sus 58 años se dice agradecida por Dios, su familia y amigos, pero sobre todo a los médicos que llegó a encontrars­e para luchar juntos contra la enfermedad, entre otros, Raúl Agustín Moreno y armando Gutiérrez Martínez.

“Le pregunté al doctor que cuando me iba a dar de alta y me dijo que nunca, pues debo estar en constante seguimient­o. Ante todo, no dejaré de luchar contra lo que venga pues es algo a lo que uno se acostumbra a vivir”, dijo.

Actualment­e dice sentirse de maravilla y sus ánimos y ganas de vivir están a flor de piel. Es dueña del “Lolis Spa Orgánico” lugar donde elabora y comerciali­za artículos naturistas y orgánicos aportando su granito de arena para favorecer la salud de otros de manera natural.

Asimismo colabora e integra la Asociación Rosa Fuerza Laguna, un grupo de apoyo a mujeres que sufren cáncer de mama donde se ofrece compañía, informació­n y atención con diferentes especialis­tas con las que junto a ellas lucha por reducir los efectos que esta enfermedad trae consigo.

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