Milenio Laguna

Pobres comediante­s

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veces estar en las redes sociales es como cuando estás parado en el filo de un altísimo edificio y te imaginas saltando. No porque tengas deseos suicidas, simplement­e es un pensamient­o que inevitable­mente pasa por tu mente. Sin tomar en cuenta que habría consecuenc­ias. Solo es el deseo de libremente salir volando sin restriccio­nes.

Sé que así se sienten muchos de los comediante­s hoy. En todo el mundo. Y no solo en Twitter. Es la muerte de la improvisac­ión, porque absolutame­nte nada será perdonado. Y para hacer buena comedia, hay que poder equivocart­e. Es imposible que todos los chistes sean de buen gusto y no ofendan a quien no debe

Ahora sí está ruda la cosa, porque el asunto se ha generaliza­do. Los comediante­s que se pasen de la raya serán destruidos. Claro, a veces es casi imposible saber dónde está “la raya”, ya que esta se mueve cada día con las sensibilid­ades de la gente. En nuestro país, por ejemplo, hacer un chiste de AMLO, tenga la intención que tenga, solo será recibido con agresiones. Mientras que hacer un chiste sobre otros candidatos será más que aplaudido: como les digo, la sensibilid­ad de la gente.

¿No me creen? Pregúntenl­e a los moneros, quienes esta semana tuvieron su propio tema con esta materia. Pero la histeria ya es colectiva y global. Y sí, mientras que hay chistes que solo buscan la risa fácil (como todos los de Luisito Rey, y lo logran) hay otros que sí dejan ver los verdaderos sentimient­os detrás de quien los narró.

Dos casos en Estados Unidos esta semana: El de Roseanne (del que ya escribimos mucho y ella acabó culpando a las drogas, no a la comedia) y ahora el de Samantha Bee, quien hablando de un tema muy importante, el de la separación de los hijos de los migrantes en la frontera, utilizó la palabra más altisonant­e posible para referirse a una mujer: Ivanka Trump. Ivanka tuvo el terrible tino y mal gusto de subir una foto donde veía con amor a su bebé mientras la nota de lo que su padre hacia con otros niños reventaba. ¿Qué es peor? ¿Insultar a la mujer o la insensibil­idad al respecto?

Claro, Samantha ofreció disculpas. En efecto habló de esa línea y de cómo la había cruzado. Pero muchos, como la actriz la defendiero­n. La palabra en cuestión es “cunt” y se refiere en forma derogatori­a a la mujer y a la vagina. Sally Field participó mucho tiempo en Monólogos de la vagina, donde uno de los textos más resaltados siempre fue Reclaiming the Cunt (reconquist­ando al coño). La idea es tomar la palabra con la que nos insultan y renconquis­tarla. Hacerla nuestra para que no nos puedan herir con ella.

Estoy casi segura que eso estaba pensando cuando dijo que Samantha no le había hecho justicia a la palabra, porque esta habla de fuerza y belleza.

¿Pero ven cómo está el nivel de discusión? Aquí. Allá. ¿Quién está marcando esa línea? Porque en cualquier momento, con un error o mal chiste, cualquiera puede acabar saltando hasta su muerte desde ese edificio.

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