Milenio Laguna

En NY había temores de escasez petrolera

Según cálculos de los expertos, lo disponible por entonces en el mundo, alcanzaría para unos cuatro meses al ritmo de vida gringo

- Redacción

Todavía no se descubrían las riquezas árabes, ni tantas otras, porque si no, ni se hubieran preocupado. Llegaron a La Laguna los ladrones que aplicaban el cloroformo. Actuaron en Gómez, atacando al tren local que iba rumbo a San Pedro y se fueron a lo grande, porque agarraron a uno de los empleados de mayor rango al que le colocaron en la boca un trapo con el maléfico sedante. Se llevaron 57 mil pesos.

Pero para su mala suerte, dos honrados mozos de cordel, les metieron tremenda corretiza hasta casi darles alcance ahí por Santa Rosa, donde se perdieron de vista, pero dejaron tirado casi todo el dinero que casi lograron robar. Esos dineros por cierto, eran de la Casa Arocena.

Y los excursioni­stas que venían de EU invitados por la Cámara de Comercio llegaron a Torreón, donde como era costumbre, los recibieron en medio de grandes agasajos, tales como un baile de alto caché en el Casino de La Laguna. Oportunida­d de oro para las casaderas. Las de familia pudiente; a las otras nada más se las robaba el novio. De visita también el General Agustín Castro.

La gripa seguía haciendo estragos en la región, y se informaba que en Parras de la Fuente al menos la mitad de la población estaba en cama postrada con el malestar. Hasta eso, en esa ocasión las víctimas mortales fueron menos, no que en 1918, se puso también muy feo por allá. Entre los enfermos notables de Torreón, estaba don Isauro Martínez y Frank Dingler.

No le hacía que las mujeres no pudieran estudiar casi ninguna carrera, pero los estudiante­s de Monterrey traían el mitote de que iban a elegir a la reina de los estudiante­s. Se convocó al concurso del cual se informaría­n las bases en los días por venir.

En San Antonio, Texas, fue asesinado el mexicano Mauricio Díaz, y acá no se hizo tanto reclamo como sí se hizo de allá para acá por la simple detención del cónsul Jenkins. Bajo la luz de las primeras investigac­iones, se desprendía que el presunto asesino habría sido un tal Ralph, que mató al paisano para robarle su sueldo diario.

Desde el otro lado por cierto, informaban que el presidente Woodrow Wilson ya estaba mejor de salud, y uno sin saber que seguía malo. Y como no iba a estar malo si lo traían en friega, pero pues él quiso ser presidente. Ya estaba tan bien de salud, que hasta se podía rasurar solito.

Barcelona aún estaba en pleno combate entre partidario­s de Milans de Bosch y Weyler, el otrora Capitán General y el que recién había sido nombrado. Era algo que se avizoraba. A destacar que los viejos se llevaron la peor parte, claro, eran de los viejos. El gobierno español tuvo que decretar el cese de las garantías individual­es para poder “proteger” a la población.

Murieron en Perú dos aviadores gringos y dos peruanos. Los aviadores gringos estaban haciendo algunas piruetas cerca del avión de los peruanos y pues chocaron. Uno de los aviadores peruanos era Octavio Espinosa, joven periodista y nobel aprendiz de las artes del vuelo.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico