El liderazgo de AMLO y la caída de Mariano Rajoy
Marcelo Torres (el bueno), politólogo y especialista en campañas e imagen pública, acaba de declarar a los medios que en relación a los recientes desencuentros que ha habido entre AMLO y unos cuantos integrantes de la Iniciativa Privada, los empresarios no han alcanzado a ver que Andrés Manuel López Obrador, no es solo un candidato presidencial sino que es un líder que de los 50 puntos que le dan las encuestas, entre 20% y 25%, provienen de su liderazgo social.
Por eso los investigadores sociales y politólogos recomiendan a los empresarios que vayan estableciendo interlocución con AMLO y su equipo de trabajo; pues afirman que “a estas alturas ni con milagros” podrían revertir la ventaja de Andrés Manuel López Obrador. “Tendría que pasar algo muy grave y eso nadie lo quiere”. Por eso los exhortan a resignarse a su triunfo; pues a nadie conviene el “resentimiento y la polarización” que provoca la interferencia del “dinero en las elecciones”; ya que las democracias se pervierten cuando el dinero se mete a la política, agregan.
Por otro lado, nos amanecimos con el ofrecimiento de institucionalidad de AMLO, de una “transición pacífica sin sobresaltos”; de su llamado a apoyar al Presidente Enrique Peña Nieto, para que termine bien el resto del sexenio, de su exhortación al Instituto Nacional Electoral INE, a pensar más allá del uno de julio, y a que actuemos todos con unidad; manifestados en su gira en el estado de Guanajuato. (Milenio La Opinión Laguna. 2-Vl-2018).
En 1908 se publicó en la revista inglesa Pearson´s Magazine, esta declaración que Porfirio Díaz, le dio al periodista canadiense James Creelman: “He esperado pacientemente porque llegue el día en que el pueblo de la República Mexicana esté preparado para escoger y cambiar sus gobernantes en cada elección, sin peligro de revoluciones armadas, sin lesionar el crédito nacional y sin interferir con el progreso del país. Creo que, finalmente, ese día ha llegado”.
Después de 110 años de esa declaración, creemos que el próximo domingo 1° de julio llegará el día en que los ciudadanos libremente por primera vez en la historia escogeremos al Presidente de México; después de que en 1911 eligió a Francisco l. Madero.
Las condiciones sociales, políticas, económicas y culturales del país, principalmente la preparación electoral de la ciudadanía, de las nuevas generaciones; hacen posible que llegue a la Presidencia de la República un candidato que no es ni del nefasto gobierno (Meade) ni de la indeseada iniciativa privada (Anaya), sino que es de las grandes mayorías (AMLO).
En España acaba de darse una lección de democracia al mundo al derrocar el Parlamento al Presidente Mariano Rajoy, mediante la Moción de Censura, el procedimiento mediante el cual la mayoría de los partidos pueden destituir al ejecutivo por delitos o violaciones a la Constitución y a las leyes; y que en el caso fue por corrupción.
En el México moderno no se ha destituido a un Presidente de la República, por procedimientos legislativos o judiciales; porque la corrupción que él encabeza lo ha impedido; pues a todos los altos funcionarios los envuelve; pero los que sí podemos hacer que ya no haya continuismo de un Presidente corrupto en quien deja en su lugar; es votando por el candidato de las grandes mayorías.